jueves, octubre 20, 2005

La escuela primaria, Bella Época

Hace diecinueve años, una noche de junio, en el patio de nuestra escuela primaria al ritmo de "New York, Ney York" nos graduábamos. Tendríamos entonces la edad que quizá hoy tenga alguno de los hijos de nosotros.

Esa noche no sabíamos si voveríamos a vernos o no. Lo que quedaba claro, cuando menos en ese momento era que estábamos profundamente emocionados de pasar a la secundaria y seguramente nuestros padres se sentían sumamente orgullosos de nosotros.

En estos años seguimos estudiando, casándonos, teniendo hijos o bien disfrutando de la soltería. Seguramente han pasado muchas otras cosas trsites que aquella noche jamás hubiésemos imaginado. La pérdida de alguno de nuestros padres o familiares cercanos seguramente ha minado nuestros ánimos en estos años.

Tenemos la intención de juntarnos en un mes y seguramente vemos una larga lista de nombres que no relacionamos con rostros y al revés, pero creo que en el fondo eso no es lo que importa, llegado el día, nos reencontraremos tratando de adivinar entre nosotros mismo quiénes somos y entonces caeremos en la importancia de la infancia, de haber escuchado música de Timbiriche durante el recreo y de haber participado juntos en innumerables festivales de asambleas y días de las madres.

Entonces nos abrazaremos, reiremos, lloraremos, pero lo más importante es que ese día, una parte de nosotros volverá a sentir el cobijo de la infancia y al día siguiente regresaremos aliviados a nuestra vida cotidiana.

Espero verlos pronto, espero encontrar y rescatar mis recuerdos, de esa, mi Bella Época.

jueves, octubre 13, 2005

Qué hacer con los días nublados

Odio el gris, los días grises y todo lo que tenga sus matices. He tenido un solo pantalón gris en mi vida y cuando lo uso me siento como su color.
Odio levantarme y ver el cielo cubierto de gris. Tal vez odio este tipo de climas porque para mi, las nubes grises siempre traen eventos tristes. Por lo tanto haré un recuento de las cosas que puedo hacer para no extraviarme en la natural tristeza de este color que empaña mi cielo y mis montañas.
- Ir al cine a ver una película de Farrell
- Consolarme con pastelitos de El Globo
- Ver la película Pan y Tulipanes
- Rentar una temporada de la serie 24 o de Esposas desesperadas
- Entrar a escuchar cadenaser.com en el espacio del Ortega (cadena estar)
- Leer Nosotros los solitarios Ed. Pre-Textos
- Leer algo de Susan Sontag
- Comer arroz con leche
- Tomar un té gourmet
- Hablarle a alguna amiga que tengo mucho de no ver
- Ver una peli de Disney -por enésima vez- con mi retoño
- Tomar un café en el Brasil con mi compañero de vida
- Irme de rodilla pelona a la basílica para pedir que salga el sol

Espero que las nubes desalojen mi cielo y mis montañas lo más pronto posible.

sábado, octubre 08, 2005

Cuatro años

En septiembre se cumplieron cuatro años de la muerte de mi padre. Puedo confesar que esta es la primera vez que no le pedí misa y que esperé al fin de semana para llevarle flores. Creí que me dolería menos con el tiempo pero ahora comprendo que el dolor es diferente. Me mantiene callada y aislada de lo cotidiano. Me hace preguntarme cómo sería mi vida si él estuviera. Cómo disfrutaría mi hijo de su presencia. Y creo que eso es lo que más me duele.

El fin de semana fui con mi pequeña familia a limpiar su tumba, a llevarle por primera vez flores de colores y no lloré hasta hoy, en que estas nubes grises me recuerdan los días posteriores a su muerte.

Hoy en la mañana caí en la cuenta de que nunca dejará de dolerme su ausencia, de que siempre tendré las mismas preguntas, viviré cuestionándome qué hubiera pasado si le hubiera regalado alguna vez un tratamiento para ayudarlo a dejar de fumar, pero espero aprender a convivir con el dolor de las ausencias, a que me afecte un poco menos, y claro, a seguir disfrutando a los que están vivos a mi lado.