sábado, septiembre 24, 2011

Literatura, territorio oscuro de la realidad.

Leo como parte de un curso de la maestría "El hombre sin cabeza", de Sergio González Rodríguez. El asunto es que leerlo se ha convertido en una batalla personal. Si bien inicia como un ejercicio narrativo que parece muy interesante, a medida que el ejercicio es rebasado por la realidad, produce en mí, desasosiego, insomnio, lágrimas. ¿Es necesario leer obligadamente algo que me duele, que personalmente me cuesta, que me dejará perturbada por un buen rato? en qué momento la realidad ha rebasado la ficción y ¿en qué momento la realidad es tan avasallante que resulta atroz e incomprensible? Y entonces paso por aquí y escribo esto, solo para dejar constacia que la literatura también empuja a territorios oscuros, a cosas que no quisiéramos saber, ni conocer, y que desafortunadamemente no es más que producto de la realidad. Y ahora, que lo he escrito, puedo respirar. Un poco. Aunque el desasosiego sigue apoderándose de mi. Ahora veo a mis hijos, uno leyendo, el otro viendo tele, y quisiera entrar en sus mundos, solo para sentirme a salvo. No cabe duda, vivir en la ignorancia, también produce felicidad.

domingo, septiembre 11, 2011

11S Detrás de Occidente

Las letras son signos y palabras; significados. Ahora escucho nombres. Decir que murieron tres mil ocurre en segundos, escuchar cada nombre, cambia todo. Al final la voz de una hija, una esposa. O un hijo, un esposo, un padre, o un amigo. Cobra sentido. Detrás de la vida, la muerte. O un homenaje a la vida. O la guerra. De pronto pasaron diez años. Escucho las pausadas voces que dictan. Tres mil nombres. Suenan como el primer día. Dicen lo mismo, sienten lo mismo, se preguntan lo mismo. Tres mil historias por contar. Y una guerra. Y otros miles de muertos, ¿cuántos? Detrás habita el dolor, la incommprensión, el rencor. Derás del Memorial: una fuente y una placa con nombres. Detrás de esa fuente-abismo las almas de todos los muertos en Oriente Voces de inocentes silenciadas. Detrás el olvido. Detrás de Occidente, Oriente o a caso, ¿podrán algún día verse de frente?