sábado, octubre 06, 2012

Mauricio y sus seis años

Mauricio carga seis años en su cuerpo, en donde sea que le quepan: en la bolsita que le compró su padre, en el termo que le regaló su madre, en su pañoleta de scout. Mi niño carga lo que sea, en su mochila igual encuentras piedaras que libros, libretas y siempre, invariablemente, un estuche con colores. Anoche me regaló un corazón de papel, que decía I love Mom, que descansa en mi buró. Mi niño recorre las calles del centro de la ciudad de la mano de su padre: recorren la macroplaza, compran un globo, y vuelven a casa, con el alma aliviada, de pasar un tiempo juntos. Cuando Mauricio se sienta a la mesa, puede comer más que un adulto.: desayuna, leva lonche, come bien, apenas come y busca la merienda, merienda después, merienda antes de cenar y después cena, con todos en la mesa. Mauricio siempre tiene prisa por vivir intensamente, cualquier momento que se le ponga en frente, disfruta los sábados de scout con los castores: escala, va por carrucha, jala una cuerda, se enloda, avienta globos de harina, y se moja con la manguera tan felizmente como si estuviera en una piscina. A Mauricio no le gustó el mar, porque sabe feo, porque huele feo. Pero seguro se acordará de que ahí pasamos tiempo juntos, o de que su padre jugó incesantemente a la pelota en la alberca con él. Mauricio se siente provocado ante todo, pero se que lleva un espíritu libre, que difícilmente alguien destruirá. Mi pequeño, pinta para ser invencible. Mauricio, mi pequeño niño, Patricio, su incansable compañero, gracias hijos míos, por darme la fuerza necesaria para levantarme de esa cama y vivir para acompañarlos.