Laura era pequeña, hiperactiva. Apenas se veían los rizos de su cabello por la velocidad con la que corría. Los primeros monosílabos eran como el sonido de una ametralladora: (ratata) mil veces.
Caminó desde muy pequenita, habló desde muy pequeñita, en fin, el mundo vino a quedarle chico desde siempre.
La recuerdo desde el día en que nació, después recuerdo haberle dado papillas en la boca, después recuerdo cuando empezó a caminar, a hablar, a ir a la escuela. Recuerdo su sonrisita, siempre inquieta.
Cuando sonaba el teléfono, o el radio bip, era para anunciar que algo le había pasado.
Una vez jugando carreras se fisuró algo que nadie se habría fisurado. Cayó sobre un tubo en su afán por demostrarle a un niño, que ella podía más que él.
Alguna otra vez se quebró la mano, duró sin yeso una semana y decía que no le dolía, es más: venía de un partido de basket.
Luego la recuerdo como tía de mis hijos, siempre complaciente, siempre risueña y así la recuerdan ellos. Y la quieren, y seguido preguntan y cuentan sobre ella.
La recuerdo cuando entró a estudiar medicina, luego cuando se cambió a comunicación (como yo) luego cuando se metió a estudiar para enseñar su lengua en otro país.
La admiro. Su arrojo y valentía la llevarán siempre a buen puerto.
Mi nena, mi hermana, te mando un fuerte abrazo que cruza fronteras.
Besos siempre.
1 comentario:
Que importantes llegan a ser algunas personas en nuestras vidas, independientemente del lazo que nos una.
Ojala que tu hermana haya leído este post, pero seguramente ya sabe lo que has expresado de ellay el amor que le tienen Tú y sus sobrinos.
Cuídate Claudia, que estés muy bien, luego nos leemos.
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