viernes, diciembre 23, 2005

Como cada navidad

"Cuando pongan el pino de navidad y yo ya no esté, espero que se acuerden de mi" nos dijo mi padre con los ojos enrojecidos a Tony y a mi, mientras veíamos juntos el pino sin saber que sería la última navidad que disfrutaríamos juntos.

Y cada vez que pongo el pino lo recuerdo lleno de vida. Juntos comprando en el mesón estrella todo para hacer la cena, metiendo sus manos en la ensalada de manzana para revolverla y darle el toque. "Prueba Claudia y dime si sabe rica" y con los ojos cerrados recuerdo el sabor exacto de su ensalada. Preparando el puré hasta que quede suave, inyectando el pavo, bañando la pierna en vino blanco cada media hora y mechando cada centímetro cuadrado, cortando las fresaspara ponerlas en crema, limpiando vegetales para ponerlos al vapor. El olor de esa cocina es el mismo que el de la mía en la misma fecha.

Cada año hago la cena con sus recetas: un pavo relleno, una pierna mechada, un puré de papa y por primera vez este año prepararé la tradicional ensalada de manzana que mi bisuabuela preparaba para ellos.

Para mi, las navidades siguen siendo mágicas: con el recuerdo de mi padre en un pino encendido, con la pierna y el pavo con la receta de mi padre y que él aprendio de su madre, con la ensalada de manzana de mi abuela y sus tradiciones gringas. Con el espaguetti que mi abuela materna prepara cada vez que cumple años.

Así cada navidad sirvo en mi mesa los platillos tradicionales de mi familia y ahora sueño con que en mi hogar se respire el mismo espíritu que me invadía de niña. Solo por una navidad me gustaría volver a la infancia, solo para abrazar a todos y decirles lo mucho que los amo.

viernes, noviembre 25, 2005

Paseo de una noche por nuestra infancia

Una noche limpia y fresca ofreció un viaje prometedor hacia nuestra infancia. Solo por una noche, solo por unas horas, diecinueve años despúes de habernos despedido en el patio de nuestra escuela primaria.

Sesenta y uno se sumaron a la cita a la que habían prometido no faltar. Al cruzar la puerta invadía el temor a no reconocer y a no ser recordados, pero una vez que cada uno puso su nombre en el pecho, los abrazos llegaron, inundados de recuerdos.

Hablamos todos en todos los lenguajes posibles: en voz alta, en silencio, comiendo, bebiendo, abrazando, cantando. Dando cobijo al corazón que de niños cargamos.

El álbum, la comida, la bebida, la música y el karaoke, todo se dispuso para viajar de la mano al patio de la escuela y recordarnos con dos chongos a moños blancos y falda escocesa o de pantalón azul y camiseta blanca.

Todos recordamos a todos, abrazamos a todos y nos regalamos unas horas para decirnos los pendientes, para resolver el enigma de nuestras vidas, para encontrar que hay quienes se casaron con sus compañeros de salón y para recordarnos que la memoria de nuestra infancia sigue intacta: cuenta conmigo, dice Manuel Carranza y nos sumamos todos a su voz.

Llegó el marichi y todos se emocionaron, después la despedida junto a la pregunta ¿cuándo es la próxima? y ahí estaremos en verano del próximo año, a la vuelta de la esquina abrazando los recuerdos de la infancia, esta vez cumpliendo veinte años de haber salido del tibio cascarón de nuestra infancia.

domingo, noviembre 13, 2005

Después de ver Amélie

Esto es lo que me sucede al terminar de ver Amélie:

Quiero entrar al departamento del sr x y vestir las paredes de su cuarto de posters gays, poner la comida de su refrigerador en donde guarda los sartenes y al revés, poner en su regadera 70 kilos de apestosa basura, sustituir la ropa de su clóset por prendas de mujer, ponerle un directorio telefónico con puros nombres de hombre, poner explosivos dentro de sus cigarros, desconectarle su sistema de cable cada 5 minutos y organizar una fiesta sorpresa para que todos vean aquello justo en el momento que el entra al departamento. FIN !!!

Qué maravilla, compruebo que cada vez que veo esta película me devuelve el buen humor y las ganas de seguir viviendo.

sábado, noviembre 12, 2005

11 de noviembre

El once de noviembre de hace muchos años nació mi madre y la bautizaron como Esther Alicia. Su padre Roberto trabajó como oficinista del Imss y su madre Esther se dedicó al hogar. Tuvo dos hermanos Roberto Gerardo y José Luis ella fue la menor de los tres, cada uno con sus tres años de distancia.
Monis le llamaban a mi madre por obvias razones, desde pequeña vistió y se comportó como una princesita. Siempre limpia, perfectamente bien peinada y perfumada, con ropa fina y moderna.
Cursó el bachillerato en la prepa No. 1 y fua candidata a reina de la simpatía. Le faltaron escasos votos para ganar.
Se enamoró de mi padre mientras estudiaba odontología y mi padre medicina. Sus fotos de graduación y la de su boda salió publicada el mismo día en el periódico. Sus amigas la recuerdan siempre con cariño y no reparan en decir que era una mujer muy guapa y que amaba mucho a mi padre. No dudo ninguna de las dos cosas. Ella murió casi a la edad que tengo ahora.
Al paso de los años los recuerdos que de ella permanecen en mi memoria son escasos, cada día batallo más para escuchar alguna frase de ella, pero cada vez que percibo el aroma del chanel no. 5, su cabello largo y negro y su sonrisa aparecen en mi mente.
Ahora comprendo que soy totalmente distinta a ella y quizá estos últimos años me siento lejana y distante de su recuerdo pero tengo la seguridad de que si la vida le hubiera alcanzado todo, absolutamente todo hubiera sido diferente.
Hoy por la mañana me preguntaba dónde podría encontrar un recuerdo de mi madre y en ese momento veo a Patricio sonreír y encuentro en sus facciones las de mi madre y en su sonrisa la de ella.
Esta noche me descubro como siempre desde niña, escogiendo alguna estrella del cielo para pensar que es ella, que desde ahí me ve, me cuida y me abraza, y yo a ella.

Primer verso

Hoy Patricio le dictó a su padre su primer verso:
"Cárgame para ver a los pajaritos olvidados".
Noviembre 12

jueves, noviembre 03, 2005

Día de Muertos

Olor a fritangas, 25 mil personas en el mismo sitio caminando en todas las direcciones posibles, "25 pesos el ramo" es el grito que resuena en mis oídos, niños que se ofrecen para lavar tumbas, caos vehicular en la entrada al recinto, un sin fin de mariachis tocando al mismo tiempo sabe dios qué melodía, cantando todos al mismo tiempo, la gente riendo a carcajadas con su elote o chicharrón en la mano, las señoras presumiendo al primero que pasa las flores que le pusieron a su muerto.
Y mientras yo dejaba escapar una lagrimita por la rabia de tener que visitar a mis padres en lugar de ir con ellos al panteón donde descansan mis abuelos.

jueves, octubre 20, 2005

La escuela primaria, Bella Época

Hace diecinueve años, una noche de junio, en el patio de nuestra escuela primaria al ritmo de "New York, Ney York" nos graduábamos. Tendríamos entonces la edad que quizá hoy tenga alguno de los hijos de nosotros.

Esa noche no sabíamos si voveríamos a vernos o no. Lo que quedaba claro, cuando menos en ese momento era que estábamos profundamente emocionados de pasar a la secundaria y seguramente nuestros padres se sentían sumamente orgullosos de nosotros.

En estos años seguimos estudiando, casándonos, teniendo hijos o bien disfrutando de la soltería. Seguramente han pasado muchas otras cosas trsites que aquella noche jamás hubiésemos imaginado. La pérdida de alguno de nuestros padres o familiares cercanos seguramente ha minado nuestros ánimos en estos años.

Tenemos la intención de juntarnos en un mes y seguramente vemos una larga lista de nombres que no relacionamos con rostros y al revés, pero creo que en el fondo eso no es lo que importa, llegado el día, nos reencontraremos tratando de adivinar entre nosotros mismo quiénes somos y entonces caeremos en la importancia de la infancia, de haber escuchado música de Timbiriche durante el recreo y de haber participado juntos en innumerables festivales de asambleas y días de las madres.

Entonces nos abrazaremos, reiremos, lloraremos, pero lo más importante es que ese día, una parte de nosotros volverá a sentir el cobijo de la infancia y al día siguiente regresaremos aliviados a nuestra vida cotidiana.

Espero verlos pronto, espero encontrar y rescatar mis recuerdos, de esa, mi Bella Época.

jueves, octubre 13, 2005

Qué hacer con los días nublados

Odio el gris, los días grises y todo lo que tenga sus matices. He tenido un solo pantalón gris en mi vida y cuando lo uso me siento como su color.
Odio levantarme y ver el cielo cubierto de gris. Tal vez odio este tipo de climas porque para mi, las nubes grises siempre traen eventos tristes. Por lo tanto haré un recuento de las cosas que puedo hacer para no extraviarme en la natural tristeza de este color que empaña mi cielo y mis montañas.
- Ir al cine a ver una película de Farrell
- Consolarme con pastelitos de El Globo
- Ver la película Pan y Tulipanes
- Rentar una temporada de la serie 24 o de Esposas desesperadas
- Entrar a escuchar cadenaser.com en el espacio del Ortega (cadena estar)
- Leer Nosotros los solitarios Ed. Pre-Textos
- Leer algo de Susan Sontag
- Comer arroz con leche
- Tomar un té gourmet
- Hablarle a alguna amiga que tengo mucho de no ver
- Ver una peli de Disney -por enésima vez- con mi retoño
- Tomar un café en el Brasil con mi compañero de vida
- Irme de rodilla pelona a la basílica para pedir que salga el sol

Espero que las nubes desalojen mi cielo y mis montañas lo más pronto posible.

sábado, octubre 08, 2005

Cuatro años

En septiembre se cumplieron cuatro años de la muerte de mi padre. Puedo confesar que esta es la primera vez que no le pedí misa y que esperé al fin de semana para llevarle flores. Creí que me dolería menos con el tiempo pero ahora comprendo que el dolor es diferente. Me mantiene callada y aislada de lo cotidiano. Me hace preguntarme cómo sería mi vida si él estuviera. Cómo disfrutaría mi hijo de su presencia. Y creo que eso es lo que más me duele.

El fin de semana fui con mi pequeña familia a limpiar su tumba, a llevarle por primera vez flores de colores y no lloré hasta hoy, en que estas nubes grises me recuerdan los días posteriores a su muerte.

Hoy en la mañana caí en la cuenta de que nunca dejará de dolerme su ausencia, de que siempre tendré las mismas preguntas, viviré cuestionándome qué hubiera pasado si le hubiera regalado alguna vez un tratamiento para ayudarlo a dejar de fumar, pero espero aprender a convivir con el dolor de las ausencias, a que me afecte un poco menos, y claro, a seguir disfrutando a los que están vivos a mi lado.

martes, septiembre 20, 2005

Insomnio

La madrugada del sábado me visitó el insomnio y justo cuando volteaba a ver el reloj me topé con un libro que tenía pendiente.

"Nosotros los solitarios" de la editorial Pre textos es el libro con el que celebraron su XXV aniversario en el 2004. Es un libro compuesto por 26 cuentos escritos por sus autores consagrados y que todos tienen qué ver con libros, lectores y lecturas.

Esa noche decidí leer donde abiera página y fui a dar con un cuento maravilloso"Je me souviens" de Juan Bonilla y uno más de Felipe Benítez Reyes "Un borrador de Borges encontrado entre los papeles neoyorkinos de Abelardo Linares".

El primero trata sobre su afán de coleccionar el libro "Je me souviens" que cuenta él, es un libro donde su autor cuenta los "yo recuerdo" de su vida. Juan Bonilla dice que él recomienda a los escritores poner en práctica sus "yo recuerdo" de donde surgirán ideas literarias maravillosas.

El segundo trata de dos sujetos que se cruzan por la calle y sin conocerse tienen una vida en común: piensan que mataron en la guerra al mismo hombre y están enamorados de la misma mujer que a ninguno corresponde, entre otras situaciones. Es como el encuentro de tu y tu otro yo.

Ambas lectuas, breves y concisas me dejaron buen sabor de boca pero sobre todo, el deseo de compartirlo para que muchos otros lean este maravilloso libro.

Daniel, gracias por regalarme este libro, gracias por la dedicatoria, gracias por tu compañía siempre presta a compartir libros y lecturas.

domingo, septiembre 11, 2005

El gran castillo vagabundo

Hayao Miyazaki es el mago del cine infantil. Desde Remi y Heidi no recuerdo haber vivido emociones tan intensas como las que cuenta Miyazaki en sus películas. El viaje de Chihiro, Castillos en el cielo y ahora en cartetera El gran castillo vagabundo serán los clásicos que nuestros hijo recordarán.

En casa hemos visto cuando menos setenta veces El viaje de Chihiro y esta noche la veremos de nuevo. El gran castillo vagabundo es una historia que sigue la clásica línea de este cineasta: animación a mano, paisajes bellos y fantásticos, humanos que se convierten en especies raras, hechizos, brujas buenas y malas, seres indefensos y mascotas.

Todo lo que la niñez significa, con toda la magia de un niño, con estrellas y arcoiris, con flores y paisajes como solo en tu mente de niño existieron, así son las historias que Miyazaki nos regala a los padres que llevamos a los niños al cine.

Sus tramas son todas inteligentes y aunque en todas sus películas hay cosas que se repiten y personajes que te recuerdan a otros, la verdad es que son historias maravillosas para que nuestros hijos vean y piensen pero sobre todo son historias que te hacen abrandonar el mundo adulto en el que estamos inmersos.

No les cuento la historia para que vayan al cine, no importa si no tienen hijos o si ya crecieron y no van contigo al cine. Miyazaki es un cineasta que no debes perderte.

domingo, septiembre 04, 2005

Las flores

Cuando era pequeña, mi abuelita me llevaba a la plaza de una escuela frente a su casa. En el camino veíamos flores silvestres y les poníamos nombre. Aún hoy no sé cómo se llaman, pero para mí, esa pequeña flor de color lila que cerece entre dos hojitas verdes se sigue llamando "la niña del barco".

Cuando mi madre murió, el jardinero que cuidaba sus flores plantó para mí un rosal blanco para que recordara a mi madre, y por muchos años, hasta que dejamos de vivir en esa casa, le puse agua a diario y me dio hermosas rosas blancas.

Si Patricio ve flroecillas que se cruzan por su camino, las corta y me las regala junto con un delicioso beso.

Mi esposo me manda hermosos ramos de flores en ocasiones especiales, siempre con la frae que nos hace cómplices desde hace diez años.

Anoche llegó con una preciosa rosa roja de olor delicioso y con ese pequeño detalle ha hecho un maravilloso fin de semana.

Qué maravilla que las flores existan.

jueves, septiembre 01, 2005

El fútbol

El fútbol jamás me había apasionado. Sin embargo y ante la insistencia de mi adorable angelito lo inscribí en el club donde mis hermanos jugaron en su niñez.

Hace diez años mis hermanos entrenaban con Tomás en el equipo de los 4 años, ahora Tomás entrena a Patricio. Y ahí me siento a verlo, a conocerlo, aprendo de él.

Me ha sorprendido su felicidad y entusiasmo ante un deporte que él mismo desconocía, me siento feliz de llevarlo porque él brinca de felicidad cuando el balón atraviesa la portería. Es feliz corriendo tras un balón, y yo de verlo.

Llego, me siento a verlo y mis recuerdos se agolpan: mi padre gritándole a mis hermanos "dale, es tuya, agárrala, quítasela". Mariano mi hermano llorando para que le dieran en su camiseta el número 3. Todos en domingo nos levantábamos temparano para hecharles porras a Tony y a Mariano.

Y la vida sigue.

Don Miguel, el presidente del club, me ve llegar y se acerca y me conforta al oído: Patricio es fuerte como su abuelo, se para y camina como él, míralo abueleó. Y ahí me siento a palmear a mi hijo. Qué feliz soy mientras mis ojos corren tras el balón que Patricio impulsa con sus pies.

domingo, agosto 21, 2005

El primer cochinito de Patricio

Patricio quebró hoy su primer cochinito. Sus manos llenas de furia y sus labios risueños partieron a su pequeño amigo. Contento sacó el dinero y lo contó.
Minutos después lloraba desconsolado porque había quebrado su alcancía.
Mañana iremos a comprar otro cochinito, ahora más grande, blanco y de colores.

domingo, agosto 14, 2005

Sultana Pasión

De niña veía a mi abuelo Roberto sentarse con una cerveza a escuchar el partido de beisbol por el radio.

Estaba en prepa cuando mi padre y yo nos quedábamos solos en casa a ver partidos y a brincar de emoción en la sala de tele de la casa. Aprendí las reglas del juego y a comer ostiones ahumandos mientras pasaba el juego.

Recuerdo que su compañía era silenciosa, hacía un gesto con las manos cuando llegaba una buena juagada. No tenía equipo favortio, pero siempre se inclinaba por el que -según él- merecía ganar.

Ahora, a casi cuatro años de su muerte y a casi quince años de iniciada en este deporte , me redescubro aficionada, apoyando a los Sultanes ahora iniciando a mi hijo. En el estadio o en la tele brinco, bailo y grito cuando algo sucede.

Hoy que mi equipo lleva desventaja me descubro aquí, sola y en silencio haciendo un recuento de mi pasión beisbolera. Suerte en Saltillo !! Desde aquí mi porra!!

sábado, agosto 13, 2005

Divagador

El Divagador dice que si lo menciono en mi blog escribirá. Seguramente lo dice porque quiere que todos se pregunten quien es.

Lo que el no sabe es que es muy conocido y que seguramente si no se pone a escribir, nos estaremos perdiendo de mucho porque no hay mejor lector que el Divagador.

El Divagador se dedica a devorar libros en las madrugadas y es la persona más acertada que conozco. Si él recomienda un libro entonces es lectura obligada.

El Divagador vive en una casa llena de libros y revistas. Los sillones de su casa están encantados. Las cenas y el café de su casa son cosas experiencias inolvidables.

Todos tenemos un espacio predilecto en su casa y es una delicia conversar y hojear libros o su publicación "y otras cuestiones".

Desde aquí un fuerte aplauso para que el Divagador se anime a bloggear su vida y sus lecturas.

Les recomiendo su liga, porque estoy segura que muy pronto sacrá los dedos a pasear sobre el teclado:

http://yotrascuestiones.blogspot.com/

Será una deliciosa lectura obligada.

jueves, agosto 04, 2005

Lola y Poncho, un caso viejo de la vida real

Un día seguramente soleado Poncho llegó a la tiendita de Lola y se dio cuenta de que era solterona. Se decidió a enamorarla y ella se rindió ante los encantos del joven y guapo Poncho.

Los vecinos murmuraban que Poncho la enamoraba por interés, pero a ella no le importó.

Pasaron su noche de bodas en un hotel cerca de casa de Lola y cuentan que esa misma noche vieron a Lola salir del hotel para irse a dormir a su casa.

Los vecinos murmuraban que ahora que Poncho atendía la tienda aprovechaba para coquetearle a las criadas que ahí llegaban por el mandado de sus patronas y las invitaba a bailar en medio de la Alameda.

Lola decía que jamás creería en esas cosas hasta no verlo o hasta que Poncho se lo dijera y mientras se dedicó a cuidar al precioso hijo que procreó con él.

Justo en uno de esos bailes Poncho quiso enamorar a la chacha de un general y éste le sacó pistola y le dio justo en la frente. Cuentan los que fueron a su velorio, que solo se veía el orificio por donde la bala había penetrado.

Y Lola jamás creyó lo que murmuraban los vecinos.

miércoles, agosto 03, 2005

La última vida en el universo

La última vida en el universo(Ruang Rak Noi Nid Mahasan, Tailandia-Japón, 2003) es la historia de un joven obsesionado con la idea de quitarse la vida y conoce a una mujer liberal cuya vida es un caos. A los dos los une la muerte accidental de sus hermanos.

La crítica del ny times la ha calificado como "una pequeña obra de arte", y yo coincido con ello. Tal vez al inicio no parece tener una trama atractiva pero poco a poco la historia va surgiendo con una propuesta plástica maravillosa.

Cada escena combina en colores, en orden o caos, en espacio y tiempo. La actuación deTadanobu Asano (ganador como el mejor actor en el festival de cine de Venecia) y de Sinitta Boonyasak son simplemente precisas en sus papeles. El un perfecto conservador y ella una perfecta liberal.

Hay una sola escena que es verdaderamente un contagio de felicidad: hay libros que envuelven en vuelo a la protagonista. Es una escena que los amantes de los libros no se deben perder. La guardo para morir con ella.

lunes, agosto 01, 2005

Ventriloquía inalámbrica*

Desde la luna que hoy me acompaña leo las palabras que he acomodado cuidadosamente para que otra persona las lea en voz alta como si fueran suyas las palabras y suyas mis ideas.

Cada vez que hago algo similar primero me odio por prestarle mi cerebro a alguien y despúes me divierto pensando que al final esa persona va a decir lo que yo diría en su situación, y eso me divierte.

Una vez que saco a pasear los dedos al teclado, que leo las palabras que acomodé en voz alta y que le encontré el tono, entonces creo que eso debo decirlo yo pero que debo entregarlo a quien lo debe leer.

*Para que todo sea perfecto me permití tomar el título del libro de Guillermo Samperio.

miércoles, julio 27, 2005

Best Cunduct

Este fin de cursos, Patricio recibió un diploma avalando la Best Conduct de su grupo. Le pregunté a la maestra que si estaba segura de su decisión y me dijo que él ayuda a los niños pequeños de su salón, que se porta muy bien y que es obediente.

Patricio se enfundó en un traje oscuro talla cuatro y aseguró su corbata negra con circulitos rojos.

Apenas recogió el diploma, bajó las escaleras y lo arrojó al suelo, nos explicó que eso era solo un papel y le explicamos lo importante que es ese papel para nosotros.

Así queda testimonio del primer momento de gloria de mi eterno bebé.

lunes, julio 25, 2005

Nubes a mis pies

El cielo está cubierto con nubes del color de la nostalgia, los recuerdos se agolpan en la mente.

Días como este le pegan fuerte a mi corazón, le juegan rudo a mi memoria. Hoy quiero evitar la tristeza, quiero evadirme de los recuerdos de esos treinta días grises con lluvia que anunciaban la muerte de mi padre.

Hoy cerraré los ojos, imaginaré que estoy en avión entrando a esa zona donde habitan los rayos del sol y las nubes quedarán a mis pies, volveré a sentirme esa niña de seis años volando con rumbo a Manzanillo, acompañada de toda la familia.

Hoy me inventaré un sol a la orilla de la playa y volveré a juntar dos grandes bolsas de conchitas pero esta vez, no las olvidaré en la habitación, esta vez será lo único que cargaré de regreso.

domingo, julio 10, 2005

Alberto mi hermano, en su cumpleaños

Hoy Alberto cumple años. Hace cuatro años que no lo veo o lo abrazo, que no hablo con él.
Pero él sabe que lo amo y que espero que un día, de nueva cuenta, como hermanos que somos, volvamos a vernos y a querernos como siempre.

Alberto, el primero de mis hermanos varones, mi niño, el que cargué, que le preparé biberón, que le dí de comer, que lo acompañé a caminar, con el que jugamos futbol en el parque. Contigo me reí a carcajadas y aún te recuerdo jugando a los carritos en cualquier rincón de la casa.

Papá y yo esperábamos cada fin de semana para traerte a casa y abrazarte, besarte y verte sonreír. Hoy papá no te lo puede decir, pero yo te lo recuerdo en su nombre: fuiste la luz de sus ojos. Y de los míos.

Feliz cumpleaños.

sábado, junio 18, 2005

Recuerdos de mi padre

Te recuerdo así:
Bailando juntos al ritmo de "Saturday night", cuando me subía en la cama para alcanzarte
Dándome un peso para guardarlo en mi cochinito
Tus carcajadas cuando me creí perdida en Chapultepec
Tú manejando el VW rojo con la raya blanca
Tú regalándome los chocolates sanborns de cerezas envinadas
En el palco de los Tigres yo vestía de camista de tigre y chaqueta de rayados
Juntos eligiendo el chanel no. 5, el último regalo del día de las madres
Tú enseñándome a andar en la bicicleta verde
Tú tendido en la cama del hospital explicándome que mamá se había ido a un viaje largo
Tus ganas de vivir cuando mi madre ya no estaba
Tú caminando con muletas tratando de encontrar una nueva vida
Juntos en la cafetería de Salinas y Rocha comiendo nieve de chocolate mientras nos decías que nos darías una nueva familia
Tu alegría en el nacimiento de cada uno de tus hijos
Tu tristeza en la pérdida del hermano que tendría dos años menos que yo
Tú dicéndome que te divorciarías para darnos tranquilidad
Tú llorando cada sábado porque no te dejaban ver a tus hijos
Tú trabajando día y noche con tu chaquetín blanco y tu pitufo azul
Tú saliendo a recoger la cena que te llevábamos al hospital en tus guardias nocturnas
Tú explicándome lo feliz que te hacía tratar a parejas con problemas de fertilidad
Tú explicando que te casabas por tercera ocasión
Tú enseñándome a cruzar la adolescencia
Tú ayudándome a elegir carrera
Tú sacrificándote para pagar mis estudios
Tu abrazo y tus lágrimas el día de mi boda
Tu abrazo cada año nuevo
Tú cocinando para navidad
Tú disfrutando las vacaciones del hospital
Tú viendo el beisbol y el americano conmigo
Los sábados en los que nos quedábamos solos a ver películas
Tu felicidad el día que supiste que serías abuelo
Tú cargando por primera vez a mi hijo
Tú enseñándome a bañar y a envolver a mi hijo
Todas las carnes asadas del último año que anunciaban tu despedida
Tus lágrimas cuando nos dieron el diagnóstico de tu cáncer
Tu calma enmedio del dolor de la despedida
Tu agonía, el ritmo de tu respiración
Tus ojos clamando vida, tus labios pidiendo una última navidad
Tu último día del padre
Tu último cumpleaños
El último día de tu vida

Tú bajando a tu nueva morada, a donde hoy iré a llevarte flores.

Vives en mi corazón.

sábado, junio 11, 2005

Retrato de Amada

Para Sergio y Perla
Amada es una mujer tabasqueña, de grandes ojos y cejas pobladas, de profundas emociones y larga vida. El don de sus manos es convertir los ingredientes de su tierra en platillos de sabores intensos, inolvidables.

Amada es amada por su esposo, por sus hijos y por las familias de sus hijos, por quienes la conocemos. Amada es una mujer sencilla, de maravillosas conversaciones y sabios consejos. Ella no lo sabe, pero en el corazón que su cuerpo pasea, no cabe el amor que esconde.

Amada es el pilar de la familia que creó con Eligio. Es el alma de su casa, el amor de sus tres hijos. Ella tiene los ingredientes secretos del sabor de las navidades, es ella la eterna sorpresa en los ojos de sus nietos. Amada es como su nombre.

El día en el que la conocí platicamos como si nos conociéramos de toda la vida, como si nos uniera una misma familia. Nos regaló una mesa llena de sabores para viajar por la gastronomía tabasqueña.

Plátanos, maíz, frijol negro, epazote, aceite de oliva, queso, azúcar morena, miel, harina blanca, masa de maíz nuevo, camarones, castañas y cacao. A todo eso sabe Amada cuando la conoces. Sabores armoniosos, recetas de familia.

Amada está hoy en el hospital y yo la recuerdo como siempre, como si fuera ayer cuando la conocí, como si fuera una mujer de mi familia. Escucho su voz y desde aquí platicamos.

jueves, junio 09, 2005

Frases sobre el Multiculturalismo

Multiculturalida para el desarrollo social: todos bajo un mismo cielo, esa fue la reflexión de esta mañana en el coloquio en el que participaron Adrián Marcelli (antropólogo), Eduardo Espina (escritor) y Indram Amirthanayagam (escritor).

Tres hombres de distintos orígenes, de distintas profesiones, con distintas experiencias tuvieron la generosidad de contarnos su experiencia vivencial de la multiculturalidad.

En dos horas hablaron de la teoría y definiciones de la multiculturalidad, de la situación contemporánea en países como Estados Unidos y México y terminamos con una preciosa serie de imágenes poéticas de Indram.

Hoy aprendí una nueva forma de ver la vida y el suelo en el que piso. Hoy me quedo con una nueva reflexión sobre los diálogos críticos, sobre el derecho y la importancia de conservar las raíces ancestrales, apendí la importancia de preservar las tradiciones, la importancia del sentido de pertenencia, de tolerancia y de respeto al prójimo, la importancia de la identidad.

Termino con una preciosa reflexión de Indram: "Quitemos de nuestro lenguaje la palabra "gran" y "forastero" y elogiemos lo que nos hace personas ordinarias y comunes".

miércoles, junio 08, 2005

Primer día de clases

Hoy recordé el primer día de clases de mi vida. Vivíamos en el DF y seguramente tendría un poquito más de dos años. Recuerdo que vestía un diminuto uniforme de tela escocesa y unas calcetas caladas de esas -muy femeninas, decía mi madre- y con dos chongos, para que todo estuviera en su sitio.

A esa corta edad ya iba a la escuela. Todo en mi vida se dio siempre así, antes de tiempo. A mis enanos dos años ya odiaba todas las cosas que se ligaran a los encajes, faldas anchas, moños en el cabello, calcetas caladas y zapatos de charol. Prefería enfundarme en pantalones de mezclilla con blusa y botas con tacón y, claro, no salía sin mi dotación de collares, pulseras y perfume Chanel.

Caminamos justo a la vuelta del departamento en el que vivíamos en la Colonia Miraflores, donde se abrió una puerta café y de la que salió una maestra que le hacía halagos a mis femeninas calcetas caladas.

Ahí, en ese sitio, tan pequeña como era entonces, solté por primera vez la mano de mi madre. Hoy quisiera estar tomada de ella.

lunes, junio 06, 2005

Sobre Alma y los 27

Alma es una palabra de cuatro letras. En su significado habita la esencia de cada persona. Pesa 21 gramos cuando habita en el cuerpo, pero cuando se marcha la echamos de menos toda la vida.
Alma se llama mi amiga. Alma sería mi hermana si de escoger se tratara y es ella parte entrañable de mi vida.

Alma es como su nombre: mística, comprometida, trabajadora, buena conversadora. La reconoces porque le brincan las palabras de las manos para ponerlas en perfecto orden.

Nos unen recuerdos de este tramo de la vida que hemos cursado juntas. Charlas, cenas, lágrimas, risas y consejos que suman una entrañable amistad.

Alma, hoy es tu cumpleaños, no te preocupes por estar cerca de los treinta, la vida empieza a los cincuenta, mientras, sigamos cantando con Silvio, con Aute y con Sabina, sigamos disfrutando leer a Millás.

martes, mayo 31, 2005

Calabaza en tacha, sabor de la infancia

Hay sabores que recuerdan épocas, sabores que te devulven la infancia. La calabaza en tacha es el sabor de la infancia que en mi familia se ha transmitido por generaciones.

Calabaza dulce, cocida en azúcar y canela, sumergida en leche fría y hecha con mucho amor, decía mi padre. Calabaza cultivada en el rancho de mi abuelo, donde mi padre había abandonado su infancia.

Mi padre se sentaba en la mesa con una tasa llena de calabaza y entonces intercalaba cucharadas con recuerdos de su infancia, su cara se iluminaba de ternuara cuando recordaba a su madre, su escuela primaria, sus primos, su padre.

Nosotros nos sentábamos en los columpios de mi casa a intercalar cucharadas de dulce de calabaza con nuestro deseo de crecer, trabajar y tener hijos. Entonces reíamos de todo.
Eran tiempos felices.

Ahora, cuando llego a casa, ya no está mi padre, a los columpios les queda un solo asiento y en breve me toca a mí preparar la calabaza y contarle a Patricio los recuerdos de mi infancia.

lunes, mayo 30, 2005

Barquito de papel, lluvia de la infancia

En medio de este calor ansío la lluvia. La lluvia divertida que solo sucede en la infancia.

Recuerdo la lluvia cuando vivíamos con mis abuelos maternos. En esa gran casa de la esquina, desde donde arrojábamos barquitos de papel y los seguíamos hasta que desaparecían en la corriente que bajaba por la calle.

Recuerdo la lluvia de la primera casa de mis padres, entonces salíamos a mojarnos en ese gran patio hasta empaparnos. Jugábamos a buscar el arcoiris y nos preguntábamos si era verdad que habría oro al final del arcoiris.

La semana pasada llovío un poco. Raudo y veloz, Patricio sacó a estrenar su paragüas de ranita. El no se moja, pero sonríe, le gusta la lluvia y me devuelve la infancia.

martes, mayo 24, 2005

Tu abuelo Mariano, a Patricio

Tu abuelo Mariano, el que está en el cielo, como tu dices, era doctor. Trajo muchos niños al mundo. Así le dice la gente al hecho de nacer. Tu abuelo tenía su consultorio en la calle de Aramberri, a media cuadra de la Alameda.

A su consultorio llegaban parejas que durante años no podían tener hijos y al cabo de un tiempo veías a las mujeres felices con su embarazo. Siempre estuve orgullosa de él. Era la hija de un hombre de una profesión especial y además era un hombre honesto y lleno de ideales.

Trabajó durante casi 28 años en el Hospital de Ginecología y Obstetricia del IMSS. Al inicio lo recuerdo siempre contento de irse a la guardia de cada terncer noche. Después lo veía preocupado y lidereando un movimiento sindical. A los años, le veía triste y cansado porque el IMSS era distinto, quería jubilarse.

Te puedo decir que él fue el líder nacional del movimiento médico de los años ochenta en el que los médicos pedían una reforma estructural en la administración del Seguro Social. Vivimos tiempos difíciles, nos seguían a cualquier lado, todo el tiempo. En esos días lo veía en reuniones con sus amigos, todos contagiados del espíritu de tu abuelo. Los recuerdo escribiendo discursos, planeando paros, recibiendo llamadas.

Justo cuando tu nacías, llegó su enfermedad y falleció meses antes de su jubilación. Justo cuando tendría tiempo para sus hijos y nietos, se tenía que ir. Tu tenías entonces casi nueve meses. Durante ese tiempo te vio a diario y siempre sonreía al verte.

Tu llegabas mientras yo me despedía de él. Tu le regalabas sonrisas enmedio de su enfermedad, de su calvario. Tu eras su esperanza en ese túnel de oscuridad.

Tu abuelo fue mi padre, mi madre y mi amigo. Recuerdo que me ayudaba a ensayar canto, recuerdo que lo cobijaba esas noches en las que el no podía moverse, recuerdo haberlo visto llorar muchas veces por sus hijos, los que no tenía cerca. Recuerdo que la muerte de mi madre unió nuestros espíritus.

El día de su funeral, un médico que no conocía se acercó y me dijo: su padre fue un gran hombre, un gran médico y un gran líder, y lo menos que puedo hacer Patricio, es contártelo.

lunes, mayo 23, 2005

Yaba dabba dabba doo, bye bye

En las tardes de mi infancia existían caricaturas que no podía dejar de ver, entre ellas la Pantera Rosa, Don gato y su pandilla y Los picapiedra.

Los picapiedra en inglés o en español resultaban una delicia.

Pedro inconforme siempre con su trabajo, comiendo costillas de brontosaurio, soñando con volverse millonario de la noche a la mañana, Pedro en la Logia.

Así recuerdo a Pedro y me imagino lo divertido que fue para Henry Corden -quien falleció este fin de semana- prestarle su voz al flojo, soñador y fortachón de Pedro.

Pedro y Vilma, Pablo y Bety, Pebbles y Bam Bam, formaron parte de nuestra infancia y nos regalaron horas de estruendosas carcajadas.

Que no te sorprenda si desde la eternidad escuchas un yabba dabba doo, será Henry Corden gritando anunciando su llegada a nuevas tierras. Estaremos preparados para escuchar el clásico girto en una nueva voz.

viernes, mayo 20, 2005

Star Wars, en mi recuerdo

Patricio insiste a diario desde hace más de un mes en que lo lleve a ver Star Wars. Lo mismo hice yo a su misma edad para que me llevaran al estreno.

Entonces, el cine de moda era el Río 70. Mi madre y yo esperamos pacientemente a que mi padre terminara la consulta del día para ir juntos al cine. A media película me dormí.

Tengo fresca la entrada de la película, estoy segura que es una de las primeras imágenes gráficas que mi memoria guarda celosamente, recuerdo el sound track, la espada y las figuras de plástico y esa inmensa emoción que provocó en mi la primer película ansiada en la infancia.

No importa que mi padre me reclamara siempre el hecho de haberme dormido a media función.
Ese recuerdo hoy forma parte de los primeros de mi vida.

Me recuerdo en el cine sentada entre mis padres, en esa gran sala y me inunda esa placentera sensación de bienestar que solo los padres otorgan.

Este fin de semana llevaré a mi hijo a ver el Episodio III, espero que guarde un grato recuerdo. Para mi es un inmenso placer ir armada de su pequeña compañía.

Sacaremos las espadas a mitad de la función.

domingo, mayo 15, 2005

Daniel, mi compañero

Mi amante lleva en sus ojos el espejo de su alma.
Es sencillo y honesto.
Es mar y arena.
Lleva en sus labios la palabra precisa,
la sonrisa perfecta.
Su alma inconforme es mi refugio, sus brazos mi guarida.
Amante de lo escrito, de libros con olor a viejo.
Amante de versos que están por escribirse.

A tu lado me siento segura y tranquila.
Gracias por estos diez años con sus lunas y sus soles.

Este es solo el inicio.
Abril y soles para siempre...
Te amo.

jueves, mayo 12, 2005

Esther, mi abuela materna

Esther nació hoy hace 92 años. Hoy saqué la cuenta y me parecen muchísimos.Nació en Linares Nuevo León en el seno de una famlia acomodada. Muy pequeña perdió a su padre y su familia pasó años difíciles.
Conoció a mi abuelo Roberto en la escuela de comercio. El era maestro y ella su alumna. Se veían en la plaza. Decidieron casarse y unos días antes de la boda murió la madre de Esther y ahora la boda sería sin fiesta.
Se casaron y vivieron al inicio con su suegra que según los recuerdos de mi abuela era una señora sencilla que fue para ella como una madre. Tuvieron dos hijos y una hija.
Dice mi abuela que con la ayuda del Sagrado Corazón y con la promesa de ayudar en vida a la iglesia de la colonia, fue como pudieron comprar la casa donde hoy vive sola.
Pasaron los años, sus hijos crecieron, se recibieron, se casaron, tuvieron hijos y años de felicidad. Hasta que una noche, después de una cena familiar, su hija, Monis, la cosentida, se fue para no regresar jamás.
A raíz de la muerte de mi madre, mi abuela jamás volvió a sonreír, siempre guarda una lágrima oportuna y un recuerdo lleno de rabia porque su hija, la que hoy la vería en su vejez, se fue antes que ella.

Hoy Esther cumple noventa y dos, de los cuales muchos fueron años maravillosos y otros, años grises. Esther trata de recuperar parte de su memoria. Espero que solo encuentre los años felices.

miércoles, mayo 11, 2005

Patricio, cuando sea grande

Patricio tiene cuatro años y mientras lo llevo al colegio me dice que él quiere crecer.
Quiero ser papá, quiero tres hijos y tres hijas. Se llamarán Francés, Emiliano, Jerry, Tita, Mimí y Claudia.
Tu me vas a dar tu celular, yo te voy a hablar y tu me vas a decir hola.
Mamá, tu vas a cuidar a los niños. Si se portan bien les das un dulce y si van a la escuela les das regalos.
Yo voy a trabajar todo el día con la computadora.
Me voy a ir adelante en el carro y me voy a bañar sin chanclas.
Cuando tu y mi papá sean abuelitos yo les voya contar cuentos, todos los que quieran.

Y la vida sigue su curso.

martes, mayo 10, 2005

Esther Alicia, mi madre I

A mi madre le decían Monis porque desde las seis de la mañana lucía maquillada y de traje sastre. No la recuerdo en fachas y la única vez que la vi en bata de dormir parecía una muñeca.

Monis tuvo tres hijas y un esposo que era su devoción. Era una mujer muy sociable y cuando la recuerdan quienes la conocieron aún dejan escapar un suspiro para decir: tu madre era una dama.

Monis dejó de ejercer como Cirujano Dentista para dedicarse a su familia. Aún la recuerdo asistiendo a cursos de actualización y estudiando postgrado.

La primera de su clase, la pricesa de la preparatoria, la mejor amiga de muchas de sus amigas, la novia imaginaria de muchos y el amor de mi padre. A veces pienso que él tenía prisa por alcanzarla.

Mi madre murió cuando yo tenía seis años y mis hermanas 2 años y 11 meses respectivamente. En medio de un accidente automovilístico -absurdo para todos: una vaca encima del coche- murió de tres paros cardíacos.

El último día de su vida lo dedicó a surtir el guardarropa de sus hijas y a escoger el vestido para cuando Mariana cumpliera un año, entonces faltaba un mes.
Después de la visita a Salinas y Rocha fuimos a casa de sus padres. Era la última cena en familia. Nadie lo imaginaba.

La última vez que vi a mi madre fue en la ambulancia que nos transportaba al Hospital de Zona; mi madre me pedía que rezara para que Dios nos concediera vivir a todos. Yo pedí, él no escuchó.

Hoy es un buen día para recordar el primer diez de mayo sin su presencia.
Con seis años en mis manos encontré el escalón perfecto para esperar su llegada. Vestía de hormiga para el festival y estaba segura de que ella llegaría, jamás faltaba a nada. Jamás he llorado como entonces. Abrazaba con fervor esa maceta que con mis manos había pintado para ella, la flor ya estaba abierta. Me fui a mi casa con la maceta entre mis manos.

Hoy Patricio me regaló una maceta con una flor y lloró para conseguirla. Él no sabe lo que para mí significa su regalo. Tal vez Dios existe.

miércoles, mayo 04, 2005

Patricio, mi hijo

Una mañana me levanté con antojo de fruta. Sentía raro el estómago, una gastritis, seguro. El cambio de trabajo y las tensiones, con seguridad habían hecho estragos en mi estómago. Pocos días después me levanté vomitando.
Le hablé a mi padre por teléfono:
- papi me siento muy mal, ¿qué tomo?
- ¿qué te pasa hija?
- me levanté vomitando, siento el estómago en pedazos y solo puedo comer fruta, yo que jamás la como
- tu estás embarazada
- claro que no, ¿no recuerdas que fuimos juntos a la ecografía y que me dijeron que era un tumor? estoy esperando que me baje para tomar pastillas
- qué emoción, voya ser abuelo, hazte una prueba
- ya te dije que no estoy embarazada, pero solo para que me recetes algo me haré la prueba
- pues ya ve ya ándale ¿qué esperas?
- bueno voy al san vicente, ahí por tu consultorio
- sí, ahí te tienen la respuesta hoy mismo, ándale córrele
Llego al hospital, hago fila, doy la orden -una detección de hormona de gonodotropina coriónica en sangre porfavor- pago, me siento a esperar, me sacan sangre, perfecto.
A las cinco de la tarde decido ir al mercado por unos mangos, compré dos bolsas enormes y me dirigí al consultorio de mi padre, donde aguardaba con impaciencia.
- ¿ya fuiste por el resultado?
- no, al rato voy, Daniel viene para acá, aquí quedé de verlo
- no, ve ya, cierran en unos minutos y tendrás que esperar a mañana

Bueno, qué prisa pensé mientras caminaba al hospital, nerviosa pero segura de mi gastritis.
Veo el sobre, lo abro y leo POSITIVO, así con mayúsculas. Me ganó la prisa por llegar, con miedo, con ansiedad, incredulidad y alegría.

- es positivo ¿verdad?
- ¿qué haré con un hijo? y en ese instante yo sabía que tendría un hombre
- !disfrutarlo! qué emoción, grito mi padre al saberse abuelo.

Mariano mi padre ya abrazaba su secreto, guardaba celosamente un cáncer de pulmón que ya le causaba dolores de cabeza y seguramente agregó una esperanza para luchar por vivir aunque fuera un poco más.

Llega Daniel, yo sentada, muda.
- ¡Felicidades, vas a ser papá! le dijo mi padre, mira nomás qué méndigos, me hacen abuelo, yo que no quería, jajaja. Felicidades, repetía mi padre. Vestido en su impecable chaquetín blanco sentado en el escritorio de su consultorio, esta vez, le daba la noticia a su yerno, a su hija, por fin llegaba su nieto y quería que le alcanzaran los días para conocerte.

Daniel se lo tomó con rareza, extrañado de que fuera mi padre quien le diera la noticia.
Los dos nos mirábamos a los ojos pensando qué haríamos si nosotros mismos nos sentíamos dos pequeños abrazando ausencias.
Caminamos hasta el Brasil, ahí le contamos a Moani, me comí un plato de frutas y nos fuimos al mítin de Cárdenas. Ahí entre ese gentío, me caía la idea, me emocionaba tu pequeña y abrazable presencia en mi vientre.
Pasaron los meses, adentro y afuera del hospital, inyecciones, impaciencia, tu prisa por llegar, medicinas para el asco, medicinas para retenerte en mi vientre, medicinas para vitaminarte, sueros, piquetes, pasé de todo Patricio, pero estaba segura de que un día te abrazaría.
A los siete meses, ante los ojos de tu emocionado padre y ante mis atónitos ojos, nos confirmaron que eras hombre, nosotros ya te llamábamos Patricio. Nos dieron noticias encontradas, nos sugerían estudios genéticos, hicimos de todo, pero tu estabas por llegar y siempre tuviste prisa por salir. El doctor no te podía medir con precisión, desde las diez semanas hacías parranda en mi abultado vientre. Parecía que tendría gemelos. Eras solo tú y cuatro litros de agua en mi vientre, espacio suficiente para darte vueltas.

- Claudia, no podemos esperar más, no sé qué le pasa a tu padre, tiene mucha prisa- me dijo Carlos, mi médico y amigo de mi padre. Ya tienes la presión arriba y edema. Hoy es viernes y el lunes te espero en la clínica oca, donde ya éramos famosos: tu por inquieto y yo por mis prolongadas estancias.

Tu padre y yo pasamos el fin de semana en pijamas esperando que fuera lunes, arreglamos la maleta, la vida y los corazones para recibirte.
Nos despedíamos en ese cuarto donde me preparaban para el quirófano, cesárea necesaria, adiós al curso de Poli y Eli en el que tanto nos carcajeamos tu padre y yo. Ahí, nos dimos un beso y nos despedimos.

Entré al quirófano, estaba mi médico Carlos acompañado del mejor amigo de tu abuelo Tijerina, los tres compañeros de guardia y el anestesiólogo que saludó a tu abuelo cuando llegó.
Veía por esa enorme lámpara arriba de mi cabeza que abrían mi vientre, veía mi sangre, mis vísceras.
- Claudia, ya lo vamos a sacar, vamos a sentir un empujoncito, me dijo Tijerina
- Ay guey, gritó tu abuelo, tiene los guevos de su abuelo, las risas no se hacían esperar.
Descubieron una cobijita azul que envolvían a un pequeño que tenía mi boca y los pies de su padre, sin duda era nuestro hijo. Te besé por primera vez.
Te arreglaron y te sacaron llorando en una incubadora, donde tu padre te vio, a través de un cristal para tomarte fotos por pimera vez, tu primer llanto, tu primer momento en la vida para sentirte querido por tu padre.
Tu padre emocionado le decía a tu abuelo, yo conozco esa boca, la tuya que era lo único que te heredaba en ese momento.
Todos, todos los que te imagines fueron a verte al hospital: tus tíos todos, tus tías todas, las bisabuelas puestas, tus tías enloquecidas, tus tíos que no sabían cómo cargarte, nuestros amados amigos todos, regalos y regalos, no faltó nadie para compartir la alegría de tu llegada.

De vuelta en casa llegamos contigo en brazos, estrenándonos como padres. Viéndonos en tí, viendo en tí a nuestros padres y llevando sus nombres.

Así fue tu llegada a mi vida, oportuna Patricio, llegaste a regalarme tu mirada, tus besos, tus abrazos incodicionales. Llegaste para salvarme del horror de ver morir a mi padre. Llegaste a acompañarnos, a borrarlo todo con una sonrisa.

Hoy se cuál será la última imagen que me llevaré en mi último suspiro:
esa foto que reina en casa, donde aparecen tu y tu padre sonrientes.

Postdata.
Ocho de la noche, durante muchos meses, sonaba el timbre de nuestra casa, ¿lo recuerdas?
era tu abuelo, venía para verte y quererte, para que un día como hoy te sientiras querido por él cuando te dijera que te vio a diario, cada día de su vida.

martes, mayo 03, 2005

Lupita Laura, una tía de corta vida

Querida Lupita Laura,
Tomaste leche del pecho de tu madre, tal vez alcanzaste a balbucear algunas palabras, tal vez diste dos pasos. Solo para eso te alcanzó la vida, pero te cuento la que pudo ser tu vida.
Tuviste cinco hermanos y dos hermanas. Todos brillantes, buenos y generosos excepto dos ejemplares de los que aún no les conocemos virtud.
Tu madre y tu padre te amaron, estoy segura, mi padre, o sea tu hermano, siempre te llevó en su corazón, nos platicó de tí y le puso Laura a una de sus hijas.
Tienes chorromil sobrinos y sobrinos nietos, todos han sido razas mejoradas con los cónyuges que hemos escogido. Ya sabes, la tarea es eliminar algunos genes lozano recesivos en peligro de volverse dominantes.
A tu madre le diagnosticaron leucemia y de ahí en adelante ese gen que corresponde a la predisposición al cáncer persigue a la familia. Se lleva a unos y deja a otros en una batalla diaria por la vida. Tu padre murió en brazos de mi padre y acompañado de sus nietos.
Sí Lupita Laura, la vida es así, llena de alegrías y tristezas, llegan a montones, en manojo o en puñado.
Casi nunca llegan solas.
Desde aquí te abraza tu sobrina, desde el mundo de los vivos.

lunes, mayo 02, 2005

30 de abril todos los años

Treinta de abril en cualquier año. En la escuela nos comía el sol mientras veíamos un espectáculo conmemorativo: Juan Pestañas y sus amigos. Subíamos al salón y comíamos lonches de nosequé, una soda y un gansito.
De ahí al transporte, cuarenta grados: mareados, oliendo güercos sudados, todos apretujados. Precisas sardinas enlatadas. Nos bajaban en casa, comíamos y despúes, Tencha, la señora del transporte volvía por nosotros.
Cuatro de la tarde recién bañados vestidos de fiesta para recibir la sorpresa que la generosa Tencha hacía para los que alquilaban su serivicio.
Teatro guiñol, piñata, música y dulces, bromas pesadas y los pleitos de siempre: córtala. De vuelta al transporte, el esposo de Tencha maneja ahora y como siempre, se pregunta qué será mejor para hoy: matar un perro o chocar despacio.
Ya en la noche llegaba mi padre. Recuerdo ese 30 de abril que nos regaló el intelevision, el ultratatarabuelo del x box. Maravillosos días. Sin nada de qué preocuparnos.

Patricia y Mariana, este recuerdo es para ustedes, para que no olviden un 30 de abril.

jueves, abril 28, 2005

Mariana, mi hermana, en su cumpleaños

Recuerdo a Mariana envuelta en un mameluco rojo, así vestía cuando llegó a casa por primera vez. Era una bebé blanquísima, de rizos negros y ojos pispiretos a la que su madre no dejaba de ver. Ya se chupaba el dedo.
Recuerdo a Mariana pasando de bebé a niña, sola, porque a su madre la vida no le alcanzó para verla crecer.
Recuerdo a Mariana sola, sentada en la banqueta de su salón a la hora del descanso, chupándose el dedo mientras todos morían a carcajadas.
Recuerdo a Mariana carcajeándose apenas salía de la escuela, mientras en el salón su maestra cuquita se preocupaba porque pensaba que ella no hablaba.
Recuerdo a Mariana en una foto donde sonreía y abrazaba a su padre el día de su graduación de primaria.
Recuerdo a Mariana brincándose la barda de la secundaria, para no caminar de más a la escuela.
Recuerdo a Mariana escapando de clase en la prepa,
Recuerdo a Mariana cocinando, qué delicia!!!.
Recuerdo a Mariana, feliz cargando en brazos a su primer sobrino: Patricio.
Recuerdo a Mariana con su fortaleza acompañando a mi padre a bienmorir.
Recuerdo a Mariana entrando a la escuela, luchando por una licenciatura que casi termina.
Recuerdo a Mariana, feliz, sonriente anteponiendo su fe en Dios ante todo y así espero verla siempre.
Hoy es tu cumpleaños, hoy piden tu mano, y no puedo más que decirte que estoy orgullosa de ti, que te amo incondicionalmente y que espero estar siempre cerca de ti, en cada paso de tu vida.

Te amo Mariana, hermana mía.

miércoles, abril 27, 2005

Ninfa, mi bisabuela

Ninfa nació en Muzquiz Coahuila y decidió irse a vivir a los Estados Unidos. Mi padre decía que era una india kikapú, su complexión la delataba: medía casi dos metros de estatura, de tez blanca y de cuerpo robusto, una mujer educada y de carácter fuerte. Clasista, racista y elegante.

En su juventud conoció al hombre de su vida: Tony. Un mexicano, de facciones negroides, muy inteligente y un poco mujeriego. Tony dejó a Ninfa en Oklahoma con cuatro hijos mientras se aventuraba en la Revolución Mexicana. Ninfa decidió seguirle la pista hasta dar con él lo encontró en la cárcel acusado de portar armas para la revolución. Jamás volvieron a separarse.

Tony se dedicó a dirigir cuadrillas de construcción para iniciar las tuberías de Agua y Drenaje.
Una anécdota recurrente en las reuniones familiares retrata esta love story que aún hoy me dobla a carcajadas:
"Tu abuelo llegaba a la casa al final de la jornada con todos los hombres de su cuadrilla sudorosos, llenos de lodo y apestosos. Apenas cruzaban la puerta de la casa y la abuela gritaba desde la cocina: Tooooonyyyyyyyy. El abuelo llegaba a la cocina y discutía con la abuela al tiempo que los seres de la cuadrilla ocupaban un lugar en la lujosa mesa del comedor. Acto siguiente, la abuela salía hechando lumbre a servirles a esos hombres unas deliciosas tortillas de harina y una cena casera y caliente". Ninfa duraba días sin hablarle a Tony. Apenas entablaban diálogo y Tony se sentía en confianza para volver a llevar a su cuadrilla y volver a ver enojada a su Ninfa.

Contra el olvido

Este es el primer paso que doy hacia la escritura. Alentada por preservar el recuerdo de lo que siento, vivo, leo y recuerdo hoy titulo a este diario Contra el olvido.
Empezamos.