Leo Los Ingrávidos. Es un libro que escribió Valeria Luiselli. Lo editó deliciosamente sextopiso. Hacía mucho que no tenía tiempo de leer algo así, inesperado, recomendado y que empecé, con cierto recelo, en la segunda página se me quitó.
La lectura me va llevando a buen puerto. Intercala dos historias, dos tiempos.
La primera pareciera esa vida anodina de toda mujer:el hogar, los hijos.
La segunda es su vida de soltera, como editora en Nueva York.
Y pienso ¿cómo es que disfruto tanto el librito?¿Será porque soy esas dos voces?, pero sobre todo esa mujer anodina, que solo es independiente mientras se sienta a editar. O será que quiero ser esas dos porque se lo que se siente ser, y luego renunciar a ser, porque se atraviesa la maternidad. Luego remontar, regresar al trabajo, a la presión. Ahora al estudio.
Y me repregunto, ¿seré ella, en esas dos voces? posiblemente, aunque no me suba al metro, ni me persiga el fantasma de Owen. Llevo un tercio, y quiero avanzar sin que se acabe.
Hoy, camino al coche, pensaba, ¿cómo es que se le ocurrió el nombre de Los ingávidos?
Será porque me va contando sus amoríos, ¿será porque esos personajes masculinos, no se embarazan ni en su novela, ni en mi realidad?
Y me acordaba del estado de gravidez, de la ingravidez y de todos esos términos que solo refieren a la condición femenina.
No importa, seguiré leyendo, léanlo, se antoja un estilo narrativo fresco, como si fuera de temporada. Esta chica que cuenta poco, como en dosis de enfermo terminal, que juega con las palabras, a recomponerlas, a descomponerlas, crea mundos, palabras, nombres y hombres que pareciera que están ahí frente a nosotros. Para cuando reparas, te ha contado mucho, pero ese ritmo, esa cadencia narrativa, sumerjen en la lectura. Y yo gozo ser lectora.
Se antoja, para pasar las tardes así, tirada en el sillón, metiéndome a vivir sus vidas. Dejando mi vida de lado, que a ratos, me parece que cuenta parte de mi historia.
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