De niña veía a mi abuelo Roberto sentarse con una cerveza a escuchar el partido de beisbol por el radio.
Estaba en prepa cuando mi padre y yo nos quedábamos solos en casa a ver partidos y a brincar de emoción en la sala de tele de la casa. Aprendí las reglas del juego y a comer ostiones ahumandos mientras pasaba el juego.
Recuerdo que su compañía era silenciosa, hacía un gesto con las manos cuando llegaba una buena juagada. No tenía equipo favortio, pero siempre se inclinaba por el que -según él- merecía ganar.
Ahora, a casi cuatro años de su muerte y a casi quince años de iniciada en este deporte , me redescubro aficionada, apoyando a los Sultanes ahora iniciando a mi hijo. En el estadio o en la tele brinco, bailo y grito cuando algo sucede.
Hoy que mi equipo lleva desventaja me descubro aquí, sola y en silencio haciendo un recuento de mi pasión beisbolera. Suerte en Saltillo !! Desde aquí mi porra!!