Hay sabores que recuerdan épocas, sabores que te devulven la infancia. La calabaza en tacha es el sabor de la infancia que en mi familia se ha transmitido por generaciones.
Calabaza dulce, cocida en azúcar y canela, sumergida en leche fría y hecha con mucho amor, decía mi padre. Calabaza cultivada en el rancho de mi abuelo, donde mi padre había abandonado su infancia.
Mi padre se sentaba en la mesa con una tasa llena de calabaza y entonces intercalaba cucharadas con recuerdos de su infancia, su cara se iluminaba de ternuara cuando recordaba a su madre, su escuela primaria, sus primos, su padre.
Nosotros nos sentábamos en los columpios de mi casa a intercalar cucharadas de dulce de calabaza con nuestro deseo de crecer, trabajar y tener hijos. Entonces reíamos de todo.
Eran tiempos felices.
Ahora, cuando llego a casa, ya no está mi padre, a los columpios les queda un solo asiento y en breve me toca a mí preparar la calabaza y contarle a Patricio los recuerdos de mi infancia.
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