Querida Lupita Laura,
Tomaste leche del pecho de tu madre, tal vez alcanzaste a balbucear algunas palabras, tal vez diste dos pasos. Solo para eso te alcanzó la vida, pero te cuento la que pudo ser tu vida.
Tuviste cinco hermanos y dos hermanas. Todos brillantes, buenos y generosos excepto dos ejemplares de los que aún no les conocemos virtud.
Tu madre y tu padre te amaron, estoy segura, mi padre, o sea tu hermano, siempre te llevó en su corazón, nos platicó de tí y le puso Laura a una de sus hijas.
Tienes chorromil sobrinos y sobrinos nietos, todos han sido razas mejoradas con los cónyuges que hemos escogido. Ya sabes, la tarea es eliminar algunos genes lozano recesivos en peligro de volverse dominantes.
A tu madre le diagnosticaron leucemia y de ahí en adelante ese gen que corresponde a la predisposición al cáncer persigue a la familia. Se lleva a unos y deja a otros en una batalla diaria por la vida. Tu padre murió en brazos de mi padre y acompañado de sus nietos.
Sí Lupita Laura, la vida es así, llena de alegrías y tristezas, llegan a montones, en manojo o en puñado.
Casi nunca llegan solas.
Desde aquí te abraza tu sobrina, desde el mundo de los vivos.
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