domingo, agosto 27, 2006

A un mes

Estoy a un mes de recibir a Mauricio. Su cuerpo ha invadido al mío, llevo ocho kilos y ocho meses. A estas alturas mis pies se hinchan, me duele caminar y el insomnio arranca mis noches y en su lugar me deja oscuras ojeras.

Ya camino como pinguino, pido tiempo en cada esquina, me da mucha hambre y me siento llena con cualquier cosa, sudo a chorros y por lo pronto el único ferviente deseo que tengo es que este calor cese y que mi dolor de espalda se aleje.

Hoy preparé la maleta para el hospital con mis cosas y las de mi bebé, este hijo que aún no conozco, pero que ya tiene cuna, ropa, biberones, tarjetas con su nombre y el de su hermano para los regalos de las fiestas y claro, una familia ansiosa por recibirlo.

martes, agosto 22, 2006

¿Somos los mismos de siempre?

Camino al colegio, en el primer día de clases de su último año de preescolar, Patricio me pregunta si somos los mismos de siempre. Percibo entonces ese lento desasosiego y para tranquilizarle le explico que cada día somos diferentes por lo que aprendemos, por lo que vivimos, por lo que nos acontece y en ese instante lo comprende todo y lo apega a sus argumentos.

En silencio regreso a casa con una sola imagen en mente: le dejé sentado en una banca desde donde agitaba muy contento su manita diciéndome adiós, y pienso que ya no estará más en esas amables mesitas de colores, está dejando la primera infancia, ya lo cuestiona todo, ya siente la necesidad de huir de sí mismo.

Espero tener siempre una respuesta clara y espero estar ahí cuando me necesite para extenderle los brazos o para ofrecerle un café.