viernes, noviembre 11, 2011

Sesenta y cinco No puedo imaginar canas sobre tu larga y perfecta cabellera negra. No puedo imaginar arrugas en tu perfecto rostro, ni lerdo tu andar. No puedo imaginarte en ropa holgada, de esa que esconde el paso del tiempo en nosotras las mujeres. Tus trajes sastres perfectos, entallados a tu delgado cuerpo, tus medias, tacones altos. La edad perfecta, madre. Te fuiste en la edad perfecta. Ahora pienso que sí, que nos faltaron muchas cosas por vivir, y que sin embargo, moriste bella y joven, y así permaneces en mi recuerdo, intacta, bella y perfumada. Joven y bella. Perfecta. Este andar ha sido largo sin ti, pero cuando pienso en tu amor por lo bello, me gusta pensar que lo te fuiste bella, intacta y casi viva. No te imagino de abuela, ni doliéndote de las ausencias, o de la muerte de mi padre, o quejándote de los males de la edad, ni viviendo la vida que corresponde a tu década. Fuiste siempre una princesa, la mía, la de los cuentos, la de mi vida, la que me dio vida, la que me vio caminar, comer, reír. Esta semana me acordaba de lo que te preocupaba mi cicatriz por la apendicitis, mami, nunca usé bikini, en ninguna playa. Acabo de regresar de una visita a un mar azul, donde nadie sola, o con mi amado, o con mis hijos. Desde mi silla se contemplaba esa azul en el que se pierde lo real de lo imaginario. Y en mi tocador, descansa siempre un chanel, que me acerca a tu aroma, o a lo que usaras ahora, o a lo que fuera tu recuerdo. Feliz cumpleaños princesa de mi cuento, te extraña la reina de tu vida.

sábado, septiembre 24, 2011

Literatura, territorio oscuro de la realidad.

Leo como parte de un curso de la maestría "El hombre sin cabeza", de Sergio González Rodríguez. El asunto es que leerlo se ha convertido en una batalla personal. Si bien inicia como un ejercicio narrativo que parece muy interesante, a medida que el ejercicio es rebasado por la realidad, produce en mí, desasosiego, insomnio, lágrimas. ¿Es necesario leer obligadamente algo que me duele, que personalmente me cuesta, que me dejará perturbada por un buen rato? en qué momento la realidad ha rebasado la ficción y ¿en qué momento la realidad es tan avasallante que resulta atroz e incomprensible? Y entonces paso por aquí y escribo esto, solo para dejar constacia que la literatura también empuja a territorios oscuros, a cosas que no quisiéramos saber, ni conocer, y que desafortunadamemente no es más que producto de la realidad. Y ahora, que lo he escrito, puedo respirar. Un poco. Aunque el desasosiego sigue apoderándose de mi. Ahora veo a mis hijos, uno leyendo, el otro viendo tele, y quisiera entrar en sus mundos, solo para sentirme a salvo. No cabe duda, vivir en la ignorancia, también produce felicidad.

domingo, septiembre 11, 2011

11S Detrás de Occidente

Las letras son signos y palabras; significados. Ahora escucho nombres. Decir que murieron tres mil ocurre en segundos, escuchar cada nombre, cambia todo. Al final la voz de una hija, una esposa. O un hijo, un esposo, un padre, o un amigo. Cobra sentido. Detrás de la vida, la muerte. O un homenaje a la vida. O la guerra. De pronto pasaron diez años. Escucho las pausadas voces que dictan. Tres mil nombres. Suenan como el primer día. Dicen lo mismo, sienten lo mismo, se preguntan lo mismo. Tres mil historias por contar. Y una guerra. Y otros miles de muertos, ¿cuántos? Detrás habita el dolor, la incommprensión, el rencor. Derás del Memorial: una fuente y una placa con nombres. Detrás de esa fuente-abismo las almas de todos los muertos en Oriente Voces de inocentes silenciadas. Detrás el olvido. Detrás de Occidente, Oriente o a caso, ¿podrán algún día verse de frente?

miércoles, agosto 31, 2011

Cuando la realidad nos alcanza: Casino Royale

Recostada en el sillón vainilla de mi sala, leo un libro que trata del cadáver de una muerta famosa. No me veo en ella, nada de ella en mí, nada de mí en ella. El viento levanta la ligera cortina de papel que cae de mi lado derecho, y me deja ver y oler la lluvia. Oirla. Y me llegan como en torrente las imágenes de los muertos del Casino Royale. Sus voces, sus pasos, sus gemidos, su miedo. Imagino sus últimas llamadas, sus últimos pensamientos. Las más de cincuenta historias por contar: el anillo de compromiso que aguardaba a Jenny, el bebé en vientre de su joven madre (puedo llorar su miedo), la mujer ahora viuda imaginando a su esposo en el interior, y tantas historias más para las que la ficción no alcanza, porque la rebasa. Puedo imaginarme lo que con esta lluvia sienten los huérfanos de esa tragedia, la lluvia que triste caía ese mismo día horas después de la tragedia. Seguro esos pequeños se asomarán por la ventana y estarán esperando a que su madre llegue, los meta a bañar, les revise la tarea, les haga de cenar y les de un beso en la frente. Esos niños, esos hombres, esas mujeres que se quedaron sin alguien en casa. Casas vacías, dolidas, menguadas. Casas vacías, una voz menos, o dos, y hasta tres. ¿Cómo será la casa de las tres hermanas que se fueron juntas en el fuego? Ahora llueve, y en esta ciudad nada cambia, somos los mismos. Los mismos.

lunes, agosto 22, 2011

Días comunes

Días comunes acechan mi calendario. Nada nuevo bajo el sol. Parece que la rutina me espera puntual para el paseo diario. Las mismas cosas a la misma hora por las mismas calles. Días comunes.
Fui al médico, nada de importancia. Fue amigo de mi padre. Mientras el hablaba y me explicaba el tratamiento tan didáctico como siempre, yo veía distraída sus canas.
Me preguntaba cuántas canas tendría mi padre ahora, y mientras pasábamos a temas cotidianos me preguntaba si mi padre se sentiría como su amigo me cuenta que se siente ahora.
Mi padre murió diecihoco días después de las torres gemelas de Nueva York, del 11 S.
El día del 11S fue la última vez que estuvo hospitalizado, inmóvil, sin poder hablar entonces, recibía la noticia de la caída de las torres, desde una pequeña televisión en el hospital. Sus ojos delataban asombro. Y el espectáculo del mundo apenas empezaba.
Entonces el mundo no había cambiado tanto. Ahora Estados Unidos está prácticamente en bancarrota, Europa entera desestabilizada por distintos factores, Medio Oriente buscando libertad, México hundido en el narco, Asia a la espera como un gato al acecho de que Estados Unidos quiebre y se instaure, entonces, por fin, la era de dominio asiático.
Mi doctor seguía hablando, me revisaba, me explicaba y yo volteaba al techo, a ver las luces. Cuántas veces estuve en ese consultorio. Cuántas en el consultorio de mi padre. Los dos tenían tonos verdes.
Sería mi padre mi médico, con el que hablara de si quiero o no tener más hijos, de la edad, de la vida, de la política. Qué diría mi padre ante este franco desorden que padece el país. Que diría del Seguro Social del que vaticinó sus problemas hace más de treinta años.
¿Qué diría?, ¿cómo sonaría su voz ahora?, ¿que diría de mis hijos?, ¿que diría de mi vida?, ¿qué podría yo contarle de nuevo?, ¿qué me aconsejaría a esta altura de la vida?
Así salí del consultorio de su amigo, con el remedio en mano y cargando un costal de dudas. Después llegar a casa, a preparar la cena y a seguir masticando dudas, a seguir con la vida. Faltaba más, diría mi padre.


jueves, agosto 18, 2011

De escribir y otras pasiones

Ayer leí un artículo de Angeles Mastretta en Letras Libres. Me acuerdo cuando leía sus libros y decía: quiero escribir como ella. Sus recuerdos me llevaban de la mano. Mis ojos crecían con sus mujeres, encontraba a alguna conocida en cada personaje.
Esta vez su columna trataba de una máquina vieja en la que empezó a escribir. Y allá voy, de su mano a mis recuerdos: yo aborrecía las máquinas. Prefería las hojas sueltas o los cuadernos.
Siempre quise tener un diario, de esos secretos, de los que no puede abrir nadie. Pero nunca lo tuve.
Recuerdo haber escrito mis primeras cosas en libretas de taquigrafía de las rojas y esconderlas bajo el colchón de mi cama. Tampoco duraban gran cosa. Casi siempre tenían destinatario.
Escribía para inventarme mundos posibles. Era escuchada a través de las cartas que le escribía a mi madre. Me creaba situaciones románticas con cartas incipientes que nunca tuvieron éxito.
Al paso de los años, lo único que queda de la escritura es este intento de diario, que de algún modo atestigua mi vida. Hay días en los que el desasosiego llega, se instala y me dicta. Hay otros como hoy, en los que viajo de la mano del recuerdo de alguien, que me lleva a los míos. Y cuando publico el texto, siento que mi carta se va mar adentro, en una botella. Nunca sabes quién te leerá.

miércoles, agosto 03, 2011

Soy pintor porque no puedo ser otra cosa: Julio Galán

Hoy el artista mexicano Julio Galán cumple cinco años de habernos dejado sobre lienzos su vida.
La noche en la que Julio durmió para siempre fue en el Hotel Quinta Real de Zacatecas. Esa suite que está bajando las escaleras del lobby y que ahora lleva su nombre en una placa dorada.
Julio siempre vivió debajo de una escalera. Eso lo descubrí entre las pláticas de sus amadas hermanas cuando ellas me permitieron entrar a su casa y me mostraron aquel cuarto que fue su primer estudio, durante el tiempo que preparamos el primer catálogo póstumo para la exposición "Pensando en ti".
Me agudardaban caminos e historias por descubrir, como las que cada coleccionista me regalaba mientras me dejaba verificar la fidelidad del color de sus cuadros contra mis pruebas de color (un proceso de imprenta)para el catálogo.
Los coleccionistas y su hermosa familia, sus amigos y fotógrafos (inlcuida mi querida LuzMa) me abrieron sus corazones. Me contaron tantos recuerdos invaluables. Memo, su curador, que confió su texto el que leímos y corregimos juntos y del que todavía recuerdo frases completas. Y claro, las anécdotas amorosas y divertidas de su sobrino Felipe.
Carlos Monsiváis se apareció un día justo por la espalda y me preguntó si el texto era lo que yo esperaba para el catálogo. El resto de la conversación es secreta.
Francesco Pellizzi, quien le hizo un tercer texto en el que trata sobre aspectos pictóricos sumamente develadores y deslumbrantes com crítico de arte.
Recuerdo las fotos que se tomó con Andy Warhol y con Francisco Toledo. Julio con un murciélago pintado en la frente. Autoría de Toledo. Esa sonrisa de cómplices en esa foto del catálogo.
Quizá lo más hermoso que me sucedió en esos andares fue precisamente la faceta que me descubrieron sus hermanas. Julio no sólo se limitó a los lienzos de gran formato. A veces, en ocasiones especiales, preparaba detalles únicos para sus más queridos. Es así que una de sus hermanas me enseñó bolsas intervenidas con pinturas de Julio. O cuando me contaron de aquel vestido que intervino para una famosa modelo. O el regalo de bodas que hizo para una de sus hermanas: un collage en el que lucía un vestido de novia con flores vivas.
Julio no conoció límite entre la realidad y la ficción. Estoy segura que su mundo personal rebasa el nuestro. Ése que nos afanamos en tratar de entender. El de Julio, el mundo de Julio es inaccesible para los mortales. Sólo sus cuadros nos recuerdan cada periodo de su vida como pintor, luego como persona.
Julio, el hombre precioso, el vanidoso, el que siempre estaba a la moda. Sus singulares uñas negras. Julio el hermano amado, el tío querido, el compañero de escuela, el amor de otros.
Las innumerables fotos que LuzMa y otros fotógrafos le tomaron, atestiguan una vida ajena a la nuestra. Julio angelical, Julio divino, Julio semidiós, que es la imagen que quizá más amo de él.
Una noche como ésta, Julio se habría quejado de un dolor de cabeza, habría pedido a su chofer que lo llevara al hotel y después habría llamado a su hermana. Una noche como ésta durmió para siempre. Como solo en los cuentos sucede.

jueves, julio 21, 2011

Marian

Marian es la hija de mi hermana, entonces mi sobrina. Es una nena muy deseada, no solo por sus padres, sino por toda una familia, a la que solo habían llegado varones.
Marian tiene poco más de un mes. Sus pies son del tamaño de la palma de mi mano. Su carita se va poniendo redonda con paso de los días.
Su cabello oscuro va pintando conforme avanzan las semanas mientras la vemos crecer, estirarse, sonreír.
Ella aún no sabe, que cada vez que paso por ella, me late el corazón de felicidad. Olerla, abrazarla, besarla es delicioso.
Le cuento el mismo cuento que mi padre me solía decir: "Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?" y entonces, no se cómo, le sale un gesto que parece una sonrisa. Le gusta que le hable, que le ponga música, que le cante.
Al oído le digo que la quiero. Sus redondos ojitos me observan mientras le doy biberón, y es en ese momento, cuando pienso en todo lo que como mujer le deparará el destino.
Pronto le gustarán las princesas y hasta ya muy grande, tal vez casada, crea en el cuento del prínicpe azul, el que la rescatará del castillo y que bailará con ella un vals, el que la acompañará por la silenciosa vida.
Marian mi amor, no beses sapos, nunca se convierten en príncipes. Ama, pero sobre todo Marian, comparte tu vida con un hombre con el que te ame más de lo que tu lo ames a él.
Marian, que tu vida sea como un cuento de hadas mi niña, que sea un cuento rosa, donde tu corazón solo conozca el amor.
Lee Marian, lee mucho, poruqe leer te abre mundos, escribe Marian, porque escribir alvia el alma. Vive Marian, amada y feliz, mi niña, es lo mejor que tu tía te puede desear.
Te quiero, eres la princesa de mi cuento.
(Y te escribo mientras te observo, aquí en mi mesa, a la luz de una tenue lámpara).

sábado, julio 16, 2011

Mi padre y su nogal

Sabes papi, el nogal, tu nogal, ¿te acuerdas?, está cargado de nueces por primera vez. ¿Te acuerdas cuando era apenas una ramita insignificante, o cuando empezaba a crecer? El nogal lo ha visto todo.
Es la única planta que sobrevivió a tu muerte. Cuando te fuiste se secaron tus estopajos y los magueyes. Los columpios, esos que me trajo santa la última navidad con mami, se acabron, quedan solo unos fierros papi.
El nogal lo ha visto todo papi: ha visto crecer a mis hijos, mis hijos lo han visto crecer. Mañana celebramos los ochenta años de la abuela Elisa, en tu jardín, el nogal será testigo.
También celebramos ahí las fiestas de nuestros hijos, y las previas a sus nacimientos papi. Hemos asado carne en tu ausencia, y siempre terminamos en tu recuerdo. Ahí tus hijos varones ríen con sus amigos. Te digo, el nogal lo ha visto todo. Las noviecillas de tus hijos, los esposos de tus hijas.
Cada vez que veo tu hermoso jardín me acuerdo tanto de ti. Incluso de tus últimos días sentado en el sillón de la sala, en esa esquina, desde la que solo podías ver tu jardín. Ayer me acosté en ese mismo sillón, vi la misma escena en la que se posaban tus ojos. Trataba de imaginar lo que habrías pensado aquella tarde en la que me sumí contigo en esa sala, mientras llorabas. Dijiste que no pasaba nada, que te sentías bien. Solo la vida papi, la vida que se te iba, el tiempo que se robaba tu fortaleza.
Papi papi, abrázame desde el infinito cielo. Abrázame que se me hace tarde, abrázame porque a veces la vida pesa. Abrázame porque cada mañana, cuando el olor de café se cuela a mi cuarto me acuerdo de ti, porque cada vez que me siento en ese sillón pienso en ti, porque cada vez que sueño con tu voz siento que llegarás a tocar a mi puerta. Papi papi, abrázame, dime de nuevo que tu casa es mi casa, que soy el amor de tu vida. Bailemos juntos Vaselina en tu cama. Tómame de las manos y gírame hacia ti, necesito ver tus ojos de nuevo.

jueves, junio 30, 2011

La lluvia y los recuerdos

Huele a tierra mojada. Después las gotas, después la lluvia, llega la tormenta.
Hace un año estábamos recorriendo Villahermosa, todavía tengo la sensación de ese calor húmedo en el alma.
Me quedé varada bajo la lluvia de Comalcalco, porque mi hijo quería ir al baño, porque lo cuidaba de la lluvia para que no enfermara. Veía a los demás alejarse, subir, gritar, mojarse. Yo ahí cubriendo al pequeño, buscando refugio bajo unas ramas, luego bajo unos periódicos, luego bajo un techo de hojas de palma. Comalcalco solo me dejó conocer su camino de entrada, lo demás lo conocí por fotos.
La lluvia, que llega, que deja recuerdos, que me estanca de agua el corazón y esta noche que llega. Llega y no se quiere marchar. Esta noche que parece larga, ausente y vacía. Triste y melancólica.
Hoy mientras comía recordé a mi abuela, a mi abuelo, casi ví de nuevo cómo se formaba ese río de agua por la calle de su casa, de bajada. Ahí, en esa calle Tepeyac yo dejaba mis barquitos de papel.
Apenas llovía salía a mojarme, en la edad en la que ya era una niña triste, en la edad en la que no me preocupaba nada, excepto mi realidad y la escuela. Pero siempre presta para evadir mi realidad. Se iba junto con los barquitos de papel, porque en esa cuadra pasó todo: ahí dejé mi infancia, ahí vi al primer niño que me gustó, ahí estrené aquella falda con blusa celeste que tanto me gustaba, ahí jugué futbeis, futbol, escondidadas, quemados, calabaceado, escondidas.
En esa calle nos subimos al carro por última vez como familia mi padre, mi madre y nosotras tres. Ahí, en el portón de esa cochera yo me sentaba a llorar a mi madre. Ahí cortaba aguacates y ahí crié a mi primera tortuga: pascualita, ahí la encontré muerta años después. En esa misma cuadra se perdió mi primer perro, el whisky, mi primer regalo de Santa Clos.
Ahí en esa cuadra, en la banqueta de esa cochera, mi abuelo escribió mi nombre y el de mis hermanas sobre el cemento fresco. En esa cuadra, vivían las abuelitas de mis amigas Elisita y Violeta. Ahí nos juntábamos todos, por las tardes, y por las noches de fines de semana después de cenar.
En esa cuadra le dieron un balazo a Chuyito, lo atropellaron dos veces, y en esa misma cuadra vivía Quique, su mejor amigo, quien murió en la adolescencia.
En esa cuadra no pasó nada a excepción de mi vida entera.
Esta noche, qué ganas tengo de asomarme por esa barda para ver quién juega y salir corriendo para desvelarnos jugando, bajo los rayos de la luna, buscando la bais para contar y para salir corriendo a gritar: una, dos y tres por mí.

sábado, junio 25, 2011

Madre, acompáñame a la playa esta noche.

A veces atesoramos recuerdos de los que no deseamos desprendernos. Ayer con una frase de mi amado esposo me dí cuenta que no tenía ni un solo recuerdo estrujante, inolvidable de mi madre.
Claro, he ido al mar con los hombres de mi vida: con mi padre a Manzanillo, con Daniel y mi hijo a La Habana.
Pero de repente me sentí falta de compañía femenina. De esa que te enseña a ir de compras, a escoger zapatos, a pintarte las uñas, a cortarte el pelo, a escoger vestido, a contarle las intimidades que como mujer uno acumula a lo largo de la vida.
Y entonces me sentí sola. Muy sola. Entendí, quizá, porqué anhelé tanto tener una hija. Ya será en otra vida. Daniel me lo ha prometido.
Yo, quizá, en esta vida me alcance a reconciliar con las mujeres que tengo cerca, por lo pronto mis hermanas, o la esposa de mi padre, quien ha fungido, lo más cercano a una amiga, y en ratos a una madre, y se que es solo porque se me complica querer.
Querer, amar, no han sido tareas muy fáciles nunca, quizá porque la vida me ha demostrado que todos, tarde o temprano tienen que irse y empiezo de nuevo sola. Y eso seguramente, es lo que me hace mantener los sentimientos en la rayita siempre.
Pero vuelvo, mi madre, esa chica inteligente y guapa que me trajo al mundo, la que me alimentó con su cariño, la que aguantó viva hasta que me bajé de aquella ambulancia, la que me pidió que rezara, y es quizá el peor y más doloroso recuerdo que tengo, pero quizá el más íntimo: el miedo a morir, que en ese momento le rondaba. Quería, quizá que me acordara de ella así, mortal, con miedo. Con ansia de mi ingenua compañía infantil.
Mi madre, a la que solo en mi recuerdo llevo a la playa, o de compras, mi madre, la que en silencio extraño. De la que poco recuerdo, a la que tanto anhelo. Mi madre, Monis, porque siempre andaba así, linda, maquillada, impecablemente vestida. Mami, arrúallame esta noche en la que no logro conciliar el sueño. Arrúllame y llévame al refugio de la infancia, en la que fuimos tan felices.
Monis, ven a mi sueño esta noche, vamos a la orilla de la playa, tendámonos bajo la luna y cuéntame tus sueños de mujer. Yo te contaré en qué va mi vida. Sumérgete conmigo en esa fría agua azul que tenemos frente a nosotras. Acompáñame en la risa, hasta que amanezca. Llévame contigo cuando menos esta noche.

miércoles, junio 08, 2011

El dolor de los otros : : Caravana por la Paz y la Dignidad

"Traigo tanto sol adentro, que ya tanto sol me cansa" dice el Poema Sol de Monterrey de Alfonso Reyes.
Antes de las seis empezamos a llegar a la Macroplaza los que saldríamos un poco más tarde marchando rumbo a la Plaza de Colegio Civil donde nos esperaban otros tantos. Había decidido dejar de quejarme y hacer algo. Entonces marchar era la opción. Mis hijos me acompañarían, me convencía yo, para que tuvieran su primer lección cívica en la vida.
Le explicaba al mayor, que el que se queja y no hace nada, no tiene derecho ni a quejarse. Esperaba, según yo, mares de gente, de esos que se sienten indignados en las redes sociales.
No, no llegamos tantos, pero seguro fuimos en nombre de muchos que decidieron quedarse en casa. Enfiló la marcha y nosotros en ella. Mis hijos y yo gritábamos proclamas, empezamos por "Ni un muerto más" y entre más lo repetía más me indignaba lo que acontece a diario. Después cambiamos "Monterrey no es cuartel es ejército de él" y ahí el sentimiento era ambiguo. Sin embargo, el que más se escuchaba, el que más coraje nos daba a todos, ya cuando caminábamos por la Avenida Juárez era "Pueblo protesta o jamás saldrás de ésta". La gente entonces cambiaba su cara a despavorida, otros se unían con el claxón, otros, los menos, se animaban a caminar junto a nosotros por encima de la banqueta.
Llegamos a Colegi Civil, ya había mucha más gente aguardando nuestra llegada. No podía creer que hubiera tomado una calle, que me hubiera atrevido a estorbar el tráfico, pero cuando recordaba la carita de mi nene pequeño y su voz gritando "Ni un muerto más" me convencía de que había hecho lo correcto. Estábamos exigiendo una ciudad como en la que yo crecí. Y en la que merecen vivir.
Dos grupos de rock entre los testimonios de allegados a víctimas de la delincuencia. Caída la noche, llegó la Caravana.
Javier Sicilia llegaba con otros que habían perdido un hijo, una hija, un esposo, un sobrino. Y empezó la ola de testimonios. Todos increíbles. Todos atendidos con el desprecio de la autoridad. Muchos reclamaban el despertar de la sociedad para exigir la paz en la que merecemos vivir. Otros se preguntaban, cómo era posible que en una ciudad como esta, donde vivimos cosas terribles a diario hubiera tan poca participación ciudadana. La mayoría eran jovencitos, muchos otros, que somos hijos de los que vivieron el 68 y que de alguna manera nos heredaron el gen de la inconformidad.
Cada testimonio iba acompañado de inmenso dolor. Hubo ocasiones en las que el llanto prevaleció a la historia y todos comprendíamos. No están solos. Una mujer, a la que le han matado a todos sus hermanos dijo "el dolor duele, duele hasta la sangre" y esa frase cala hondo. Cómo no sentir su dolor, cómo no querer cobijar a las mujeres cuyo dolor les impedía hablar. La esperanza de ver a su amado familiar, de tener alguna información llegaba a dar escalofrío. No es posible que no seamos informados de todo lo que acontece. La lista crecía, algunos victimados inocentes, otros inculpados inocentes, otros muertos, pero a todos se los habían llevado vivos.
Más tarde Doña Rosario Ibarra de Piedra, dijo unas palabras sencillas y alentadoras "ya hubiéramos querido encontrar a gente como ustedes cuando empezábamos a buscar a nuestros hijos" (en referencia a la desaparición de su hijo después de los movimientos del 68). Ella explicó que los levantones no existen, son desapariciones
forzadas, todos esos "levantones" son secuestros.
Imagínate si usáramos el vocablo correcto de secuestro para cada desaparecido, ya tuviéramos una revolución o, ¿no?.
Después vino Sicilia quien explicó que la marcha que terminará en Ciudad Juárez tiene el objetivo de meter una iniciativa en la que, entre otras cosas contemple el voto en blanco: o sea, contaremos los inconformes.
Termió aquel acto cívico con la voz de Dolores Rangel entonando "Solo le pido a Dios" y todos, nos unimos nuestras voces. Estaba segura, de que así como yo estaba acompañada por mi familia, muchos otros estaban arropados de amor por sus familias, pero esa noche, conocimos a los otros, los que ya no duermen en paz, los que ya no concilian en sueño por la pena y el dolor. Nunca más podrán serme indiferentes. Me duele su dolor. Me duele hasta la sangre. Me duelen los muertos de hoy: el colgado en un puente, el ejectuado en la Estanzuela y esa mujer, cuyo cuerpo separado, enmudeció para siempre. ¿A quién no le duelen?, ¿a quién?.

miércoles, junio 01, 2011

¿Dónde me quedé?

Casi siempre me preguntan que si soy de aquí (Monterrey) eso me hace sospechar que soy una regia atípica. Tampoco me interesa mucho saber qué es lo que descubren en mí que les parezca raro. Entonces salgo al paso diciendo que de niña, viví en el DF.
Ahora está bien decirlo porque cualquier ciudad parece mejor para radicar.
El caso es que siempre he renegado de mi regiomontaneidad porque nunca (excepto cuando iba a EU) sentía que era de aquí.
Siento como si perteneciera más al sur que al norte o a cualquier sitio menos al que relamente nací. Nunca he soportado el clima, ni el culto a la fregonería, ni me identifico con algún sellito regiomontano.
Hace poco escuché y critiqué una charla de Norbert Bilbeny que versaba sobre el ciudadano cosmopolita. Particularmente en la expresión de que cualquiera se siente ciudadano de cualquier lado.
El caso es que hace unos días, pisé un suelo distinto, y si bien, no soy de ahí, ni tampoco lo comprendí todo, mi empatía me decía de aquí eres. Y de ahí soy. De esa otredad, tan distinta a la que mi cotidianidad permite, tan distinta a todo lo que ví y viví antes, y entonces, me inunda eso que Pessoa describía como saudade.
Ya no estoy ahí, ya no como lo que ahí, no camino por sus calles, ni visto como las mujeres de ese sitio, y de pronto siento que dejé mi corazón allá, mi sentido de la pertenencia en cualquier esquina.
En mi maleta llegó la ropa de manta, los chales y los collares, todo venía ahí, excepto mi corazón, ese se habrá quedado ahí, en cualquier plato de mole, en cualquier vasito del mezcal que bebí o se lo habrán llevado los pajaritos que me despertaban por las mañanas en ese lindo patiecito del hotel.
El caso es que me siento como un cascarón vacío. Y me pregunto, si eso del ciudadano cosmopilita y ese término de diaspora people aplica o replica en mi.

sábado, mayo 21, 2011

Para Tony en su cumpleaños.

Eres el más chiquito de los hermanos. El más chiquito de la casa. Tu nombre lo llevó nuestro abuelo paterno. Tu sobrenombre Tony, lo llevó nuestro bisabuelo del lado García.
Esto de cargar con los nombres de los ancestros, si te lo piensas bien, también es divertido, porque tienes de los dos: por un lado eres travieso y trabajador como Antonio y por el otro eres muy inteligente, como Tony. Les heredas a los dos y los honras.
Esa vena médica que le heredaste a papá es francamente envidiable. No solo por tu habilidad, sino porque además llevas el apellido preciso para honrar la memoria de papá.
Mi Tony, mi hermano, papá estaría muy orgulloso de verte hoy convertido en todo un hombrecito, que además cursa la misma carrera.
Como hermana, no solo estoy orgullosa de tus logros, me sumo a tu corazón y te digo, que aunque el camino parece arduo, y la carrera no es fácil, piensa siempre que con lo que estudias podrás salvar vidas. Que la vida es el más grande tesoro del hombre y que serás bienaventurado por tu dedicación.
Te abrazo fuerte y te deseo, como siempre, éxito, salud y larga, muy larga y sana vida.

miércoles, mayo 18, 2011

Sobre Los Ingrávidos

Leo Los Ingrávidos. Es un libro que escribió Valeria Luiselli. Lo editó deliciosamente sextopiso. Hacía mucho que no tenía tiempo de leer algo así, inesperado, recomendado y que empecé, con cierto recelo, en la segunda página se me quitó.
La lectura me va llevando a buen puerto. Intercala dos historias, dos tiempos.
La primera pareciera esa vida anodina de toda mujer:el hogar, los hijos.
La segunda es su vida de soltera, como editora en Nueva York.
Y pienso ¿cómo es que disfruto tanto el librito?¿Será porque soy esas dos voces?, pero sobre todo esa mujer anodina, que solo es independiente mientras se sienta a editar. O será que quiero ser esas dos porque se lo que se siente ser, y luego renunciar a ser, porque se atraviesa la maternidad. Luego remontar, regresar al trabajo, a la presión. Ahora al estudio.
Y me repregunto, ¿seré ella, en esas dos voces? posiblemente, aunque no me suba al metro, ni me persiga el fantasma de Owen. Llevo un tercio, y quiero avanzar sin que se acabe.
Hoy, camino al coche, pensaba, ¿cómo es que se le ocurrió el nombre de Los ingávidos?
Será porque me va contando sus amoríos, ¿será porque esos personajes masculinos, no se embarazan ni en su novela, ni en mi realidad?
Y me acordaba del estado de gravidez, de la ingravidez y de todos esos términos que solo refieren a la condición femenina.
No importa, seguiré leyendo, léanlo, se antoja un estilo narrativo fresco, como si fuera de temporada. Esta chica que cuenta poco, como en dosis de enfermo terminal, que juega con las palabras, a recomponerlas, a descomponerlas, crea mundos, palabras, nombres y hombres que pareciera que están ahí frente a nosotros. Para cuando reparas, te ha contado mucho, pero ese ritmo, esa cadencia narrativa, sumerjen en la lectura. Y yo gozo ser lectora.
Se antoja, para pasar las tardes así, tirada en el sillón, metiéndome a vivir sus vidas. Dejando mi vida de lado, que a ratos, me parece que cuenta parte de mi historia.

domingo, mayo 08, 2011

Mami : : Mami

En esas cuatro letras me reencuentro. En esas cuatro letras fundo mi corazón y mi amor diario. Esa palabra bisílaba y débil me da fuerza para soportarlo todo. Para cargar con todo. Para hacer a un lado todo y seguir mi camino.
Esas cuatro letras me hacen la mujer que soy, y la que debo ser. Me recuerdan que tengo una obligación. Esa justa palabrita, la que tanto me dolía no poder pronuniciar de niña, me ha rescatado, incluso de mi misma.
Tengo el privilegio de ser madre. Han sido concebidos en mi vientre, los padecí en mi cuerpo. Me robaron todo: mi figura, mi energía, mi estómago. Los amaba desde antes de conocerlos. Nos unía el ombligo y el latido de nuestros corazones.
Ellos no saben, nunca sabrán, que siempre quiero que mayo pase rápido, porque me duele no tener a madre para verle envejecer, para cargarla, para acompañarla, para reirnos juntas, para acudir a su consejo, o para cerrar sus ojos, para ir a la playa juntas. La acompañé, estoy segura, hasta el último latido de su corazón. Hasta su último aliento. Todo me remite a ella. De ella vengo y a ella me debo. De ella soy. Ella es de mí, y mía. Llevo su sangre, su apellido y su sonrisa, su altura, su cabello negro, lacio y largo, facciones de mi rostro, rasgos de mi cuerpo.
Mami linda, querida, tu que colgaste tu título de dentista para atenderme, mimarme amarme el corto tiempo que la vida nos dejó, te digo ahora, que soy madre, que te amo, que te llevo, que en tí soy, que de ti vengo. Soy tu. Tu mía. Yo tuya.
Mami, te quiero siempre.

domingo, abril 24, 2011

Prudence

No se titula Prudence ni por canción ni por menos que eso o cercano a eso. Este post se llama Prudence porque es el tránsito, la aclaración. Como una nota al final de una carta. La prudencia.
Este blog es un ejercicio meramente personal para recordarme que si me dedico a editar y que si no se me da ficcionar entonces debo hacer algo con lo que me inquieta, me sacude me estruja.
Realmente es un ejercicio personal, al que son invitados mis amigos o lectores recurrentes.
Esta semana mi querida amiga Pato me escribió muchos posts diciéndome quele hice llorar. Pato tal vez lloras porque nuestras vidas tiene cosas en común, o porque te recuerdo o remuevo cosas en ti. Este es el riesgo de la escritura personal.
Hace unos días dediqué un par de horas a querer escribir ficción. No me salieron más de dos párrafos y entonces me di cuenta de que mi blog estaba en el camino correcto.
Todos tenemos una historia que contar y en ella siempre se enreda nuestra vida.
Yo decidí que contaré solo lo menos pesado, solo para recordar, para atestiguar, para vaciarme.
No es mi intención hacer llorar, tal vez es mi intención de no llorar la que se escibr sola.
Un abrazo a quien he hecho llorar sin querer.

miércoles, abril 20, 2011

Mariano Cumple años

Mariano cumple años. El sabe, que no solo era deseado sino amado desde antes de su llegada. Su arribo a casa significaba mucha alegría. El segundo varón, un hermano varón para Alberto, un bebé para consentir por sus hermanas, ya llegaría Tony detrás.
Adoración de mi padre, como por sus otros dos hijos varones. Mariano, desde pequeño, fijado en la combinación de la ropa, en verse bien, en ser guapo. Ahora es tímido. Muy tímido, según mi versión.
Cuando empezaba a jugar futbol, pedía el número 3 para su camiseta. Lo pedía con ahínco. Como convencido de que había nacido para portar un tres. Su camiseta amarilla con el número verde después la portó mi hijo para el mismo club. Mariano el tres te llama, algo que quiere decir.
Recuerdo a Mariano anotando en su misma portería (qué importaba a esa edad, el rival no existía) la acción en el campo y él, sentado jugando. Tampoco pasaba nada. Mi padre gritaba como Director Técnico, le daba instrucciones, Mariano asentía con la cabeza.
Presto para participar en la comunidad de su iglesia, para darnos siempre su bendición. Ahora es un chico grande estudia Diseño Industrial, y en sus trabajos siempre piensa en cosas que puedan contribuir, a hacer más llevadera la vida.
Todavía recuerdo los últimos días de mi padre, le angustiaba partir y dejar a sus varones, los tres más pequeños todavía en edad temprana, a sus hijas no casadas, a la casada con un bebé de menos de un año. No estaría para darles consejos, para verlos crecer, para aleccionarlos, para acompañarlos.
Mariano yo se que duele la ausencia de papá, pero querido precioso, él está en tu corazón, en tu ejemplo de rectitud, en tu valor para enfrentar la vida, ahí está papá vivo. Desde ahí te ama.
Como nosotros, los que hoy podremos abrazarte y hacerte saber que eres parte importante de nuestras vidas.
Te amamos tu hermana y tus sobrinos.

sábado, abril 16, 2011

Amistad en tiempos del Facebook

Ayer Abraham Vázquez, un amigo que está de viaje largo por España subió una canción que habla sobre los amigos.
Me hizo pensar en la constrstrucción de la amistad. Antes las canciones eran un medio de transmisión de mensajes. Ahora tenemos múltiples vías en las que ya tenemos más decisión y comunicamos mensajes directos en tiempo real.
La incursión del Facebook, por ejemplo, nos ofrece la posibilidad de encontrarnos con las personas que nos acompañaron en algún momento de la vida.
Antes de las redes sociales, la construcción de la amistad estaba delimitada por el tiempo y el espacio en el que ocurría. Mudarse de casa, cambiar de escuela o de ciudad, significaba romper con la mayor parte de los lazos afectivos.
Ahora, la tecnología ha modificado nuestro orden social. En cuestión de segundos podemos encontrar a alguien de quien no sabíamos desde la infancia.
Aprenderemos entonces a reconectar lazos, a invitarlos a nuestras nuevas vidas, desde el momento en el que somos partícipes de su cotidianidad.
Recién abierto el fb nos reencontramos quienes fuimos a la primaria, ahora hace poco los de secundaria y así (como diría un amigo de la infancia).
De modo que aprenderemos a retomar amistades, a participar en círculos sociales más amplios, a querer y aceptar a nuestros amigos en sus nuevas "versiones" y es así somos una generación privilegiada al vivir tanto cambio tecnológico y sumarnos, subirnos en el tren de la red y amistarnos con quienes siempre formaron parte de nuestras vidas. No habrá más pasado, solo presente y futuro en el amplio sendero de la amistad.
A todos quienes nos reencontramos, a todos abrazos infinitos, desde la virtualidad.

domingo, abril 10, 2011

Laura Cumple Años

Laura era pequeña, hiperactiva. Apenas se veían los rizos de su cabello por la velocidad con la que corría. Los primeros monosílabos eran como el sonido de una ametralladora: (ratata) mil veces.
Caminó desde muy pequenita, habló desde muy pequeñita, en fin, el mundo vino a quedarle chico desde siempre.
La recuerdo desde el día en que nació, después recuerdo haberle dado papillas en la boca, después recuerdo cuando empezó a caminar, a hablar, a ir a la escuela. Recuerdo su sonrisita, siempre inquieta.
Cuando sonaba el teléfono, o el radio bip, era para anunciar que algo le había pasado.
Una vez jugando carreras se fisuró algo que nadie se habría fisurado. Cayó sobre un tubo en su afán por demostrarle a un niño, que ella podía más que él.
Alguna otra vez se quebró la mano, duró sin yeso una semana y decía que no le dolía, es más: venía de un partido de basket.
Luego la recuerdo como tía de mis hijos, siempre complaciente, siempre risueña y así la recuerdan ellos. Y la quieren, y seguido preguntan y cuentan sobre ella.
La recuerdo cuando entró a estudiar medicina, luego cuando se cambió a comunicación (como yo) luego cuando se metió a estudiar para enseñar su lengua en otro país.
La admiro. Su arrojo y valentía la llevarán siempre a buen puerto.
Mi nena, mi hermana, te mando un fuerte abrazo que cruza fronteras.
Besos siempre.

jueves, marzo 31, 2011

Utopía

Hoy es el día perfecto para decir que quiero. Quiero despertar descansada y lúcida.
Quiero tener tiempo para maquillarme antes de salir de casa. Quiero que me alcance el tiempo (y no el cansancio) para tomar un jugo por la mañana, o cuando menos, una taza de café con tranquilidad.

Quiero que transcurra un día perfecto: logrado en mi trabajo, fluido en mis lecturas. Sin correos en mi bandeja. Quiero entrar al msn y encontrarme con mi hermanos y que me alcance el tiempo para preguntar a cada uno de los siete cómo está y qué es de su vida.

Quiero salir temprano para comer con D en algún lugar desconocido y que sea como hace quince años. Es más que tengamos en ese momento quince años menos. Que lleguemos al postre y a la larga sobremesa de temas despreocupados.

Quiero llegar a mi casa y que alguien cocine para nosotros y sobre todo, que alguien me sirva un plato de sopa o caldito caliente. Quiero después ir a merendar a casa de mi abuela, y ver a mis hermanos.

Quiero que mis padres estén vivos para pasar como hacen casi todos, un dominguito de carne asada. Quiero ir a ver a mi suegra, llevarle flores sin ser diez de mayo, y pasear con ella en el Parque Fundidora. Quiero ir a surtir su despensa y dejarla en la puerta de su casa.

Quiero ir por la calle sin miedo, sin ver soldados, prender las noticias y esperar que lo peor sea el clima, que mucho sol, o que lluvia o que el frente frío. Quiero cruzar por Constitución y Morones en dos sentidos.

Quiero que al caer la noche pueda llegar a casa, hacer de cenar, que mis hijos se vayan a dormir y me dejen platicar con su padre. Quiero terminar un día viendo un capítulo de The Sopranos. Quiero querer ser la mujer o la hija de Tony.

Quiero estar editando un catálogo de arte, de esos preciositas, de preferencia de Manuel Felguérez. Quiero dormir una noche de ocho horas sin interrupción, a cuerpo tendido sobre una habitación con clima.

Quiero ese día perfecto, esa vida perfecta, todos vivos, todos bien.
Utopía

martes, marzo 08, 2011

Mi abuelita Esther

Linares le vió nacer en el mes de mayo.
La úlima de un montón de hijos.
La que menos disfrutó a su padre, porque murió joven.
La que corrió la fecha de su boda en marzo por la muerte de su madre.
La que estudió comercio y se enamoró de su maestro porque tenía bonitos modos.
La que casi se casa de negro.
La que vio a su suegra como una madre.
La que se salía a dar la vuelta mientras sus cuñadas se peleaban.
La que le dio dos varones y una nena a Roberto.
La que le ofreció a Dios ayuda eterna en la iglesia a cambio de su casa.
La que lloraría la muerte de su princesa a los treinta y tres.
La que acogió a sus nietas.
La que me llevaba lonche a la escuela, por las rejas cuando no me dejaban verla.
La que cumplió 50 años de casada, con misa y fiesta.
La que ayudó a Roberto a bien morir leyéndole rezos.
La que era querida por todas sus vecinas.
La que siempre se quejaba de la ausencia de sus hijos, de la nuestra.
La que quería que me casara como todas las chicas, joven de blanco y con un buen chico.
La que fue a mi boda y nos regaló cinco mil pesos para nuestro primer departamento, en billetes viejos que Roberto había guardado por tanto tiempo.
La que estuvo cuando nació mi primer hijo.
La que perdió el conocimiento.
La que llenaba de cosas inútiles su casa.
La que le tejió una colchita verde a mi segundo hijo, nunca supe cómo recordó el hecho.
La que pasó sus últimos días en un asilo.
Con la que pasé noches en el hospital tomada de su mano, como si eso me ayudara a entrar en su mismo sueño.
De la que supe que una fibrosis pulmonar, amenazaba sus intentos por respirar.
Se murió el día en que cumplía años su amado Roberto.
Para mí se fue este este viernes, cuando lo supe, en la puerta del asilo, en medio del tráfico, del gentío, bajo el sol, con mis hijos lejos, con nadie cerca.
Daniel al teléfono regalándome calma.
Garza Sada y Constitución largos para llegar por mis hijos, no lloro porque no quiero que se pongan mal.
Me toca darles la mala noticia a mis hermanas, a mis hermanos, a la esposa de mi padre, que siempre ha estado cerca.
Todos tratamos de comprender la exclusión.
Todos lloramos su ausencia.
Escribo porque no puedo llorar lo suficiente, para que su vida cobre sentido,
para que mis recuerdos no se vayan con el tiempo.
Te quiero abuelita mía.

lunes, febrero 28, 2011

Biutiful: retrato de tiempos modernos

La película dirigida por González Inárritu y actuada por Javier Bardem nos regala una historia más de desencanto, de decadencia, de vidas sin salida. Un retrato de nuestros tiempos.
Bardem, encarna a un tipo que vive en la disyuntiva entre que ayuda y explota indocumentados, tiene la custodia de sus hijos, a los que tampoco tiene mucho qué ofrecerles, huye de la relación con su mujer adicta y alcohólica. No quiere morir del cáncer que le aqueja.
Todos los escenarios y situaciones despiertab perplejidad, no solo porque nos enseña la cara terrible de cualquier país -en este caso España- y no solo porque retratan la inmigración y la corrupción, sino porque además, por la carga del drama social. Desbordante.
Es una historia donde nos encontramos todos: en el mejor de los escenarios, tomando una taza de café en una plaza pública, al tiempo que los delincuentes huyen por enfrente de nosotros, y hacemos sólo eso: ver pasar el problema, no nos interesa su historia porque tampoco nos afecta directamente.
En el peor de los casos somos el que explota, el que corrompe. Pero en el más bello de los casos presentados por Inárritu somos esa niña que se queda en la cama, cuidadndo de su padre, sosteniendo su mano, para ayudarlo a bien morir. Y tal vez heredando un don del que otros huyen.

domingo, enero 30, 2011

Diez años

Querido Patricio,
Hace diez años tu padre y yo te recibimos con sorpresa. Tu pequeño cuerpo cabía entre mis brazos, o te acurrucabas boca a abajo en el pecho de tu padre. Todavía recuerdo cuando llegamos al departamento contigo, y nos quedamos solos. Apenas volteamos a vernos con miedo y alegría. Tu llegada a nuestras vidas, la habíamos planeado, desde que éramos novios, bajo un árbol grande. Ahí soñamos con una vida juntos, con los hijos que llegarían y con envejecer juntos.

Pasaron los días. Aprendí contigo a ser madre y contigo, tu padre, recuperó su vida. Caminaste a los diez meses, hablaste perfecto al año. ¿Te acuerdas cuando cantábamos en el carro las canciones de Pescetti? o cuando paseabas en bicicleta en el Parque Santa Rosa?, te acuerdas cuando te llevábamos a los parques de la colonia Roma?, te acuerdas Patricio, cuando me pedías que te arrullara? cuando despertabas sobresaltado por las noches y despertabas en nuestra cama?

Hijo, estás creciendo, y con el tiempo nuestra relación irá cambiando. Por ahora me toca guiarte, después llegará el día, en el que seamos amigos. No desesperes. El tiempo pasa rápido. Hace unos años abrí este blog, para ir recorriendo nuestras vidas, para que quedara de tu vida y la mía algo escrito. Para que sepas cuántas cosas pasaron entre tu vida y la mía.

Esta vez solo quiero decirte, que tu vida es motivo de la mía y de la de tu padre. Quiero que sepas que estoy muy orgullosa de todos tus logros como niño, como deportista, como scout, pero sobre todo como estudiante. Cada mes que pasa y que me demuestras tu esfuerzo con los diplomas, no puedo más que sentirme orgullosa.

Patricio, que nunca haya espacio en tu corazón para dudar de tu capacidad, y ten la certeza de que siempre, desde cualquier lugar, estaré apoyándote y amándote.

Te amo (calabaza),
Tu mami.

lunes, enero 10, 2011

Sze Tsung Leong: viajar por sus horizontes

Fui al Museo Marco -que sigue siendo mi casa- para visitar sus exposiciones. Disponía de muy poco tiempo, y había empezado por una de arquitectura (no menos interesante).
En poco menos de diez minutos recorrí las salas que albergan la exposición. La museografía, sugiere el horizonte del ojo humano. Su división temática, abarca eso: una playa, un terreno, una ciudad.
Las texturas y colores de las fotografías nos recuerdan que los horizontes pueden ser verdes, azules, grises o cafés. Con gente, sin ella, con mascotas o sin ellas, con edificios o arena de mar, con agua de playa o bien de un lago, con edificios o en medio de la nada.
Así son los horizontes a los que Leong nos invita a asomarnos. Inicia en California y termina en Teotihuacan. En medio podemos encontrar cualquier lugar minúsculo, que al formar un horizonte, se empodera ante nuestros ojos.
Si lo recorres con rapidez -como hice yo- con la guía de sala en mano (para detenerte solo donde la curiosidad te atrapa) tendrás las sensación de un maravilloso viaje por carretera, donde solo te detiene la contemplación.
Te esperan 160 horizontes, casi todos desconocidos o incluso, como me percaté de que tenía frente a mi el Rancho Cucamonga (ubicado en california), me percaté de que no lo conocía como me sugería Leong.
Adelante, va un viaje, donde solo pagas la entrada a un museo y sales con la sensación de haber realizado unas vacaciones, sin la pérdida de tiempo de hacer y cargar maletas.

domingo, enero 02, 2011

Cumplir años

Cumplir años es un ejercicio para mí, pegado al fin de año. Llega junto con la anécdota familiar -porque si mi madre viviera lo contaría anualmente- que no pudieron ir a la boda de mi tío Lorenzo y mi tía Martha porque se me ocurrió nacer. Ante tal, seguramente yo pediría un reconocimiento por haberles dado espacio para una tranquila cena de fin de año y aunque seguramente pescamos crudo al médico que atendió el parto. No importa, llegué bien, a tiempo, pequeña y chillona, y capricornio. A callar.
El caso es que ahora, pasados unos cuantos añitos, me doy cuenta que mi padre tenía razón, "los regalos cambian con el tiempo" y así ha sido. Este año, recibí del mayor de mis hijos una linda presentación en la que me confiesa que el cielo sería poco para describirme y eso me hizo levitar.
Por otra parte, solo me queda reconciliarme con la vanidad. Siempre me reí del bótox y de todas esas estupideces que de repente, como si nada, me empiezan a guiñar el ojo. Y qué tal si me relleno esa arruguita de la frente para no usar fleco, y qué tal si bajo veinte kilos este año para terminar en una talla de adolescente, y en eso, empiezas a pensar que no está de más entonces (aprovechando la vuelta) una lipectomía o un levantamiento escultural, de lo que la maternidad te ha robado.
Estaba frente al espejo esta mañana sacando cuentas, y después pensé "bueno ridícula me veré en mi graduación de maestría luciendo como una guerca de 20 años cuando todo mundo sabe mi edad". Pero lo confieso, solo por hoy pienso eso.
En fin, la impetuosa arañada que le doy a la década de los cuarenta, me hace pensar en todas esas cosas tontas y locas que debo hacer antes de llegar a los 50, antes de convertirme en todo lo que no quiero: suegra, abuela y todos esos largos etcéteras que acompañan mi idea de mi futuro en otras décadas, para la cual, como siempre, exisitirá otra vía de escape.
Gracias a mi esposo, a mis hijos, a mis amigos y amigas que se hicieron presentes (casi en manifestación tumultuosa, debo confesar, que este cumpleaños, ha sido maravilloso y apenas se van mis hermanos y llega mi otra familia, la que yo he escogido.
A todos gracias.