viernes, marzo 05, 2010

Viernes

Los viernes me duelen. Me recuerdan la niñez, era el único día de la semana que esperaba con ansia para ver a mis abuelos. El resto de la semana me dolía vivir.
Ahora solo los viernes me duelen, creo que es porque me recuerda que hubo un tiempo en el que no me preocupaba por lo que ahora.

Me duelen los viernes porque termino cansada de la semana y también porque me doy cuenta de lo rápido que se va el tiempo. Ese que a veces quiero que se detenga o se devuelva, que se congele como en los comerciales, o que me inunde de energía.

Me duelen los viernes porque me doy cuenta que toda la semana
lo ansío y luego, cuando llega la hora de estar en casa, estoy tan cansada, que no tengo ánimo de la mayoría de las cosas que planeo hacer ese día por la noche.

Me duele, en especial este viernes, seguramente porque estuvo nublando y frío, porque no hice ejercicio, porque pienso en el dolor que otra persona está pasando en este momento.

Me duelen los viernes porque compruebo que toda la semana hay malas noticias. Me agobia la ciudad, esta ciudad de preciosas e inmensas montañas.

Me duele este viernes porque me pregunto qué haré este fin de semana y no quiero oír lo que harán los demás: ir a visitar a sus padres, me duele, porque los nuestros ya no están.

Me duelen los viernes, son agobiantes, turbios, fríos y secos, lánguidos, huecos. Ya no son lo que amaba. Me duelen los viernes. Que alguien los borre del calendario.