martes, mayo 24, 2005

Tu abuelo Mariano, a Patricio

Tu abuelo Mariano, el que está en el cielo, como tu dices, era doctor. Trajo muchos niños al mundo. Así le dice la gente al hecho de nacer. Tu abuelo tenía su consultorio en la calle de Aramberri, a media cuadra de la Alameda.

A su consultorio llegaban parejas que durante años no podían tener hijos y al cabo de un tiempo veías a las mujeres felices con su embarazo. Siempre estuve orgullosa de él. Era la hija de un hombre de una profesión especial y además era un hombre honesto y lleno de ideales.

Trabajó durante casi 28 años en el Hospital de Ginecología y Obstetricia del IMSS. Al inicio lo recuerdo siempre contento de irse a la guardia de cada terncer noche. Después lo veía preocupado y lidereando un movimiento sindical. A los años, le veía triste y cansado porque el IMSS era distinto, quería jubilarse.

Te puedo decir que él fue el líder nacional del movimiento médico de los años ochenta en el que los médicos pedían una reforma estructural en la administración del Seguro Social. Vivimos tiempos difíciles, nos seguían a cualquier lado, todo el tiempo. En esos días lo veía en reuniones con sus amigos, todos contagiados del espíritu de tu abuelo. Los recuerdo escribiendo discursos, planeando paros, recibiendo llamadas.

Justo cuando tu nacías, llegó su enfermedad y falleció meses antes de su jubilación. Justo cuando tendría tiempo para sus hijos y nietos, se tenía que ir. Tu tenías entonces casi nueve meses. Durante ese tiempo te vio a diario y siempre sonreía al verte.

Tu llegabas mientras yo me despedía de él. Tu le regalabas sonrisas enmedio de su enfermedad, de su calvario. Tu eras su esperanza en ese túnel de oscuridad.

Tu abuelo fue mi padre, mi madre y mi amigo. Recuerdo que me ayudaba a ensayar canto, recuerdo que lo cobijaba esas noches en las que el no podía moverse, recuerdo haberlo visto llorar muchas veces por sus hijos, los que no tenía cerca. Recuerdo que la muerte de mi madre unió nuestros espíritus.

El día de su funeral, un médico que no conocía se acercó y me dijo: su padre fue un gran hombre, un gran médico y un gran líder, y lo menos que puedo hacer Patricio, es contártelo.

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