martes, marzo 08, 2011

Mi abuelita Esther

Linares le vió nacer en el mes de mayo.
La úlima de un montón de hijos.
La que menos disfrutó a su padre, porque murió joven.
La que corrió la fecha de su boda en marzo por la muerte de su madre.
La que estudió comercio y se enamoró de su maestro porque tenía bonitos modos.
La que casi se casa de negro.
La que vio a su suegra como una madre.
La que se salía a dar la vuelta mientras sus cuñadas se peleaban.
La que le dio dos varones y una nena a Roberto.
La que le ofreció a Dios ayuda eterna en la iglesia a cambio de su casa.
La que lloraría la muerte de su princesa a los treinta y tres.
La que acogió a sus nietas.
La que me llevaba lonche a la escuela, por las rejas cuando no me dejaban verla.
La que cumplió 50 años de casada, con misa y fiesta.
La que ayudó a Roberto a bien morir leyéndole rezos.
La que era querida por todas sus vecinas.
La que siempre se quejaba de la ausencia de sus hijos, de la nuestra.
La que quería que me casara como todas las chicas, joven de blanco y con un buen chico.
La que fue a mi boda y nos regaló cinco mil pesos para nuestro primer departamento, en billetes viejos que Roberto había guardado por tanto tiempo.
La que estuvo cuando nació mi primer hijo.
La que perdió el conocimiento.
La que llenaba de cosas inútiles su casa.
La que le tejió una colchita verde a mi segundo hijo, nunca supe cómo recordó el hecho.
La que pasó sus últimos días en un asilo.
Con la que pasé noches en el hospital tomada de su mano, como si eso me ayudara a entrar en su mismo sueño.
De la que supe que una fibrosis pulmonar, amenazaba sus intentos por respirar.
Se murió el día en que cumplía años su amado Roberto.
Para mí se fue este este viernes, cuando lo supe, en la puerta del asilo, en medio del tráfico, del gentío, bajo el sol, con mis hijos lejos, con nadie cerca.
Daniel al teléfono regalándome calma.
Garza Sada y Constitución largos para llegar por mis hijos, no lloro porque no quiero que se pongan mal.
Me toca darles la mala noticia a mis hermanas, a mis hermanos, a la esposa de mi padre, que siempre ha estado cerca.
Todos tratamos de comprender la exclusión.
Todos lloramos su ausencia.
Escribo porque no puedo llorar lo suficiente, para que su vida cobre sentido,
para que mis recuerdos no se vayan con el tiempo.
Te quiero abuelita mía.

1 comentario:

Unknown dijo...

¡Qué hermoso homenaje a una persona querida!
Una Abuela siempre es un gran referente en la vida de uno.
Le dí click a la barra de arriba del blog, la que dice: Siguiente Blog, y dí con el tuyo, me ha gustado mucho lo que he leído, me gusta como algunas personas hablan de su vida diaria con sencillez pero con mucha emotividad, además esa facilidad que tienen las mujeres para transmitir la sabiduría que poseen, por algo son las encargadas de engendrar la vida y conducir los destinos de sus herederos.
Con mucho respeto, un saludo afectuoso, cuídate, luego nos leemos.