sábado, junio 25, 2011

Madre, acompáñame a la playa esta noche.

A veces atesoramos recuerdos de los que no deseamos desprendernos. Ayer con una frase de mi amado esposo me dí cuenta que no tenía ni un solo recuerdo estrujante, inolvidable de mi madre.
Claro, he ido al mar con los hombres de mi vida: con mi padre a Manzanillo, con Daniel y mi hijo a La Habana.
Pero de repente me sentí falta de compañía femenina. De esa que te enseña a ir de compras, a escoger zapatos, a pintarte las uñas, a cortarte el pelo, a escoger vestido, a contarle las intimidades que como mujer uno acumula a lo largo de la vida.
Y entonces me sentí sola. Muy sola. Entendí, quizá, porqué anhelé tanto tener una hija. Ya será en otra vida. Daniel me lo ha prometido.
Yo, quizá, en esta vida me alcance a reconciliar con las mujeres que tengo cerca, por lo pronto mis hermanas, o la esposa de mi padre, quien ha fungido, lo más cercano a una amiga, y en ratos a una madre, y se que es solo porque se me complica querer.
Querer, amar, no han sido tareas muy fáciles nunca, quizá porque la vida me ha demostrado que todos, tarde o temprano tienen que irse y empiezo de nuevo sola. Y eso seguramente, es lo que me hace mantener los sentimientos en la rayita siempre.
Pero vuelvo, mi madre, esa chica inteligente y guapa que me trajo al mundo, la que me alimentó con su cariño, la que aguantó viva hasta que me bajé de aquella ambulancia, la que me pidió que rezara, y es quizá el peor y más doloroso recuerdo que tengo, pero quizá el más íntimo: el miedo a morir, que en ese momento le rondaba. Quería, quizá que me acordara de ella así, mortal, con miedo. Con ansia de mi ingenua compañía infantil.
Mi madre, a la que solo en mi recuerdo llevo a la playa, o de compras, mi madre, la que en silencio extraño. De la que poco recuerdo, a la que tanto anhelo. Mi madre, Monis, porque siempre andaba así, linda, maquillada, impecablemente vestida. Mami, arrúallame esta noche en la que no logro conciliar el sueño. Arrúllame y llévame al refugio de la infancia, en la que fuimos tan felices.
Monis, ven a mi sueño esta noche, vamos a la orilla de la playa, tendámonos bajo la luna y cuéntame tus sueños de mujer. Yo te contaré en qué va mi vida. Sumérgete conmigo en esa fría agua azul que tenemos frente a nosotras. Acompáñame en la risa, hasta que amanezca. Llévame contigo cuando menos esta noche.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Increíble, de verás, Claudia.
Me estremece leerte, la manera en que te expresas de tu madre me conmueve.
Me gusta mucho venir aquí y sentir emoción por lo que leo, gracias por compartir cosas tan personales.
Cuídate, luego nos leemos.

Claudia Lozano dijo...

Gracias Pherro, gracias por leerme, por llegar, por dejar aquí tu comentario.
Lo personal siempre me cuesta, porque es un ejercicio como para desnudar el alma, pero luego se, que es mi única manera de recuperarme del olvido. Te mando un abrazo, mi fiel lector.

RL dijo...

Que gran texto, esto es lo que se logra cuando se empapan los textos de nosotros.

Claudia Lozano dijo...

Gracias por tu comentario Raziel. Es muy estimulante recibir un comentario como el tuyo. Un abrazo.