jueves, agosto 18, 2011

De escribir y otras pasiones

Ayer leí un artículo de Angeles Mastretta en Letras Libres. Me acuerdo cuando leía sus libros y decía: quiero escribir como ella. Sus recuerdos me llevaban de la mano. Mis ojos crecían con sus mujeres, encontraba a alguna conocida en cada personaje.
Esta vez su columna trataba de una máquina vieja en la que empezó a escribir. Y allá voy, de su mano a mis recuerdos: yo aborrecía las máquinas. Prefería las hojas sueltas o los cuadernos.
Siempre quise tener un diario, de esos secretos, de los que no puede abrir nadie. Pero nunca lo tuve.
Recuerdo haber escrito mis primeras cosas en libretas de taquigrafía de las rojas y esconderlas bajo el colchón de mi cama. Tampoco duraban gran cosa. Casi siempre tenían destinatario.
Escribía para inventarme mundos posibles. Era escuchada a través de las cartas que le escribía a mi madre. Me creaba situaciones románticas con cartas incipientes que nunca tuvieron éxito.
Al paso de los años, lo único que queda de la escritura es este intento de diario, que de algún modo atestigua mi vida. Hay días en los que el desasosiego llega, se instala y me dicta. Hay otros como hoy, en los que viajo de la mano del recuerdo de alguien, que me lleva a los míos. Y cuando publico el texto, siento que mi carta se va mar adentro, en una botella. Nunca sabes quién te leerá.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Te leerá otro náufrago que espera algunas palabras en su solitaria isla.

Perdona que venga de fisgón a tu diario, pero me gusta mucho como te expresas.
Un abrazo Claudia.

Claudia Lozano dijo...

Qué lindo Pherro, yo te agradezco que me leas. Es un diario no privado porque ya toda mi vida es pública,
qué más da.
Te mando un abrazo y sigue viniendo.