lunes, agosto 22, 2011

Días comunes

Días comunes acechan mi calendario. Nada nuevo bajo el sol. Parece que la rutina me espera puntual para el paseo diario. Las mismas cosas a la misma hora por las mismas calles. Días comunes.
Fui al médico, nada de importancia. Fue amigo de mi padre. Mientras el hablaba y me explicaba el tratamiento tan didáctico como siempre, yo veía distraída sus canas.
Me preguntaba cuántas canas tendría mi padre ahora, y mientras pasábamos a temas cotidianos me preguntaba si mi padre se sentiría como su amigo me cuenta que se siente ahora.
Mi padre murió diecihoco días después de las torres gemelas de Nueva York, del 11 S.
El día del 11S fue la última vez que estuvo hospitalizado, inmóvil, sin poder hablar entonces, recibía la noticia de la caída de las torres, desde una pequeña televisión en el hospital. Sus ojos delataban asombro. Y el espectáculo del mundo apenas empezaba.
Entonces el mundo no había cambiado tanto. Ahora Estados Unidos está prácticamente en bancarrota, Europa entera desestabilizada por distintos factores, Medio Oriente buscando libertad, México hundido en el narco, Asia a la espera como un gato al acecho de que Estados Unidos quiebre y se instaure, entonces, por fin, la era de dominio asiático.
Mi doctor seguía hablando, me revisaba, me explicaba y yo volteaba al techo, a ver las luces. Cuántas veces estuve en ese consultorio. Cuántas en el consultorio de mi padre. Los dos tenían tonos verdes.
Sería mi padre mi médico, con el que hablara de si quiero o no tener más hijos, de la edad, de la vida, de la política. Qué diría mi padre ante este franco desorden que padece el país. Que diría del Seguro Social del que vaticinó sus problemas hace más de treinta años.
¿Qué diría?, ¿cómo sonaría su voz ahora?, ¿que diría de mis hijos?, ¿que diría de mi vida?, ¿qué podría yo contarle de nuevo?, ¿qué me aconsejaría a esta altura de la vida?
Así salí del consultorio de su amigo, con el remedio en mano y cargando un costal de dudas. Después llegar a casa, a preparar la cena y a seguir masticando dudas, a seguir con la vida. Faltaba más, diría mi padre.


3 comentarios:

Unknown dijo...

Pensar es lo que le quita lo común a los días terriblemente rutinarios.
Te recomendaría que "soltaras todo y te largaras" pero eso sólo se escucha bien en las canciones de Silvio jajajaja.
Te mando el acostumbrado abrazo, pero con afecto, que no es rutinario.
Cuídate Claudia, luego nos leemos.

Claudia Lozano dijo...

Pherro, mi querido y asiudo lector, va un abrazo de regreso.
Ah bueno largarse en las canciones siempre suena muy romántico, pero en la vida real, largarse no existe porque no puedes huír de ti mismo. A donde vayas te encuentras.
En fin, pensarlo de cualquier manera, es divertido. Siempre da para un par de líneas nuevas.
Invítome a escribir como Corín Tellado, para sacarle la vuelta al tedio.
Un abrazo Pherro, nos leemos.

pato dijo...

La rutina núnca es igual, por lo menos para mi !!

Faltaba mas !!!
Sabias palabras !!!